En un momento crítico para la humanidad y el planeta, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha lanzado una serie de advertencias y recomendaciones sobre la necesidad urgente de cambiar nuestros hábitos de vida. Lo que antes se consideraban prácticas opcionales de “vida sustentable”, hoy son medidas indispensables para evitar una catástrofe ambiental sin retorno. El cambio climático, la pérdida acelerada de biodiversidad, la contaminación plástica y el agotamiento de los recursos naturales han alcanzado niveles alarmantes, y la ONU ha sido clara: debemos actuar ahora.
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Uno de los puntos más enfáticos en los pronunciamientos de organismos como el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA o UNEP) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) es el cambio de nuestra dieta. Reducir el consumo de carne roja y productos lácteos no solo es benéfico para la salud, sino fundamental para frenar la emisión de gases de efecto invernadero. Se estima que el ganado es responsable de cerca del 14.5 % de estas emisiones a nivel mundial. Por ello, la ONU impulsa el llamado enfoque “flexitariano”, que propone una dieta basada principalmente en plantas con un consumo moderado de carne.
A la par, el problema de la contaminación por plásticos ha alcanzado niveles desbordantes. Según la ONU, de seguir con el modelo actual de consumo, para 2050 habrá más plástico que peces en los océanos. Ante este panorama, el organismo internacional ha recomendado eliminar por completo los plásticos de un solo uso. Esto implica rechazar bolsas, botellas, cubiertos, globos, envolturas y empaques que no se reutilicen o reciclen. Incluso los productos “biodegradables” muchas veces no se descomponen adecuadamente en vertederos o ambientes naturales.
Rechazar los desechables de todo tipo se ha vuelto un principio esencial para quienes desean contribuir a la salud del planeta. La ONU sugiere llevar siempre un termo de acero inoxidable, bolsas de tela, botellas reutilizables y, en lo posible, comprar a granel para evitar empaques innecesarios. En el caso de eventos y fiestas, optar por rentar vajillas reutilizables y evitar decoraciones de plástico como globos o recuerdos no reciclables, representa un cambio simple pero poderoso.
Otras medidas sugeridas incluyen prácticas cotidianas con impacto directo en la generación de residuos: usar pañales de tela en lugar de desechables, envolver regalos en papel reciclado o reutilizado, y llevar a reciclar la ropa usada en centros habilitados (como H&M en algunas regiones). Estas acciones, si bien pueden parecer pequeñas, multiplicadas por millones de personas, tendrían un efecto ambiental altamente positivo.
La ONU también ha hecho énfasis en repensar la forma en la que cocinamos. Por ejemplo, evitar frituras no solo es beneficioso para la salud, sino que reduce el consumo de aceite y facilita el tratamiento de aguas residuales domésticas. Igualmente, se recomienda eliminar el uso de parrillas de carbón, ya que este material proviene en gran parte de la deforestación de áreas boscosas. En su lugar, se sugiere el uso de parrillas eléctricas o de gas, que representan un menor impacto ambiental.
Una recomendación clave que ha ganado fuerza en los últimos años es la producción y el consumo local de alimentos, especialmente mediante la creación de huertos caseros. Hacer composta con los residuos orgánicos de la cocina y sembrar verduras en casa ayuda no solo a reducir la huella de carbono, sino a reconectar con el proceso natural de los alimentos. Esta práctica también disminuye el volumen de basura enviada a los vertederos, muchos de los cuales ya se encuentran saturados.
La ONU también advierte sobre productos cuyo consumo es devastador para la biodiversidad, como aquellos que contienen aceite de palma. Este ingrediente, presente en productos tan populares como la Nutella, está vinculado a la deforestación masiva de selvas tropicales en países como Indonesia y Malasia. Evitar su consumo o elegir productos certificados como sostenibles es una forma concreta de proteger ecosistemas valiosos.
Finalmente, una meta concreta y simbólica propuesta por diversas organizaciones ambientales y apoyada por múltiples agencias de la ONU es la reforestación masiva. Para revertir el daño ambiental actual, sería necesario plantar dos millones de árboles por día. De forma individual, se propone el reto de plantar al menos un árbol por mes como contribución personal a la regeneración del planeta. Además de absorber CO₂, los árboles brindan sombra, fertilizan el suelo, conservan la humedad y proveen hogar a numerosas especies.
Como bien indica la iniciativa “ActNow” de la ONU, el cambio comienza por nosotros. Cada producto que usamos, cada compra que hacemos, cada decisión de consumo tiene un impacto ambiental directo. Analizar nuestro día a día y preguntarnos qué podemos reemplazar por alternativas más sostenibles es el primer paso para formar parte del cambio. Porque como lo dice el mensaje que circula en redes con base en estas recomendaciones: no es exagerado, es urgente. El planeta ya no se está regenerando y aún hay esperanza, pero solo si todos actuamos juntos.
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Con información DEL MILENIO
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