En una montaña del sur de Suiza, oculta entre pasajes de roca y un clima helado, se encuentra Asclepios, un proyecto estudiantil que ha logrado transformar un antiguo búnker militar en un ambiente capaz de simular la vida en una base lunar. Jóvenes de diferentes países acuden a este lugar para someterse a entrenamientos extremos que reproducen, con sorprendente precisión, las condiciones de una misión espacial.
Dentro de este complejo subterráneo, los participantes pasan días aislados, duermen en módulos mínimos y se desplazan por túneles que recuerdan a los tubos de lava que podrían servir como refugio en la Luna. Todo está cuidadosamente diseñado para replicar los desafíos de vivir fuera de la Tierra.
El proyecto espacial creado por estudiantes
Asclepios nació de la iniciativa de universitarios que decidieron construir una misión espacial desde cero. Ellos elaboran el reglamento, seleccionan a los aspirantes y gestionan los recursos mediante patrocinios y campañas de recaudación. Para quienes son aceptados, la experiencia es gratuita, aunque deben superar pruebas de resistencia física, estabilidad emocional y conocimientos científicos.
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La sede del programa se ubica en los túneles de Sasso San Gottardo, un complejo construido en el siglo XX que hoy ofrece más de 3.5 kilómetros de pasillos subterráneos. El sitio, a 2 mil metros de altitud y con apenas 6 grados de temperatura, proporciona el entorno perfecto para simular una base lunar. En su misión más reciente, Asclepios V, nueve jóvenes permanecieron aislados durante más de dos semanas.
Un viaje lunar dentro de la montaña
El entrenamiento inicia con un día completo dedicado a una simulación de lanzamiento. Después, los participantes ingresan en un módulo reducido que funciona como transporte hacia la Luna. Ya instalados en la “base lunar”, siguen una dieta de alimentos deshidratados y realizan experimentos científicos previamente aprobados.
Cada integrante recibe un rol distinto: comandante, especialista en ciencia, ingeniero de base u oficial de logística. Entre las actividades más exigentes destacan las caminatas extravehiculares, realizadas de noche para simular las condiciones de oscuridad del polo sur lunar. Con trajes que imitan los espaciales, recorren los túneles sin luz alguna.
Ciencia en aislamiento
Uno de los proyectos más importantes, llamado “Kronoespazio”, analiza el comportamiento de los ritmos circadianos sin exposición solar. Para ello, los participantes utilizan sensores de monitoreo continuo y entregan muestras periódicas para estudiar su sueño, frecuencia cardiaca, temperatura corporal y niveles de melatonina.
Mientras tanto, en el Centro de Control, entre 25 y 30 estudiantes supervisan cada detalle: fallas simuladas, comunicaciones, horarios y decisiones técnicas. Con jóvenes de más de 60 países en sus misiones pasadas, Asclepios se ha consolidado como un punto de partida para futuras carreras en exploración espacial y para desarrollar conocimiento que podría aplicarse tanto en la Luna como en la Tierra.

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