Hablando de historia y otras cosas, ¿sabían ustedes que solo una persona, entre 1500, tiene probabilidades de nacer en un 29 de febrero?
Que tal, les saluda Lorena Careaga y hoy hablaremos de algunas curiosidades acerca de los años bisiestos.
¿Por qué existen y para qué sirven los años bisiestos?
Un año solar o año trópico es el lapso en el que la Tierra completa su órbita alrededor del Sol. Pero esta traslación no dura 365 días exactos, sino 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos. No parece mucha la diferencia con el año calendario, pero esa pérdida de poco más de 5 horas y media cada año, haría que eventualmente las estaciones se descompasaran de tal forma que, en unos 700 años, estaríamos celebrando la Navidad a mediados del verano. Para compensar ese desfase, cada cuatro años se añade un día más. Ese día adicional es el 29 de febrero.
Los egipcios fueron los primeros en concebir la idea de agregar un día para mantener el calendario en sintonía con el año solar. Más tarde, los romanos adoptaron esta solución para su calendario, el juliano. De ellos procede la palabra bisiesto, ya que, según lo determinó Julio César, se debía repetir el sexto día antes del primero de marzo. Pero fue en el calendario gregoriano donde se estableció que tal día añadido sería el 29 de febrero.
El papa Gregorio XIII, asesorado por el astrónomo jesuita Christopher Clavius, promulgó la bula Inter Gravissimas el 24 de febrero de 1582, eliminando de un plumazo diez días de ese año, entre el jueves 4 de octubre y el viernes 15 de octubre. Ello hizo desaparecer también el desfase con el año solar. Borrón y cuenta nueva.
Dos años después, el 29 de febrero de 1584, hace 435 años, llegaron al mundo los primeros bebés nacidos en año bisiesto. Se calcula que, hoy en día, hay solamente unos cinco millones de personas en el planeta que cumplen años ese día.