Recientemente, las autoridades competentes en materia medioambiental han elevado al máximo la alerta ante la detección de cianobacterias en uno de los ríos más importantes de España. Este fenómeno se registró en el río Guadiana, a su paso por la ciudad de Badajoz, provocando una respuesta inmediata por parte de los organismos responsables de la vigilancia ecológica y sanitaria.
En días recientes, un trazo del Guadiana exhibió una onda verde inusual y perceptible incluso a distancia, acompañada de un olor diferente al habitual en sus aguas. Ante estos cambios evidentes, se activaron los protocolos de monitoreo: primero, se realizó un análisis inicial que confirmó la presencia de cianobacterias; luego, se procedió a solicitar un segundo estudio para contrastar los hallazgos, tal como informó el delegado del Gobierno en Extremadura, José Luis Quintana.
Por precaución, quedaron suspendidas las actividades recreativas que se llevaban a cabo en la zona afectada. Una de las más afectadas fue la jornada de piragüismo organizada por la Fundación Municipal de Deportes. Como alternativa, se ofreció la posibilidad de usar una piscina pública cercana. A pesar de ello, desde el Club de Piragüismo señalan que los campamentos de verano continúan con normalidad; sin embargo, el acceso directo al río está restringido a las personas adultas que asuman su responsabilidad.
¿Qué son las cianobacterias?
Para entender las causas de esta situación, es fundamental señalar factores ambientales como el bajo caudal del río durante el estío, las altas temperaturas persistentes de la temporada y el aporte excesivo de nutrientes —nitratos— provenientes de zonas agrícolas cercanas. Esta combinación generó un desequilibrio ecológico conocido como eutrofización, caracterizado por el crecimiento acelerado de organismos como las cianobacterias, cuya proliferación altera la calidad natural del hábitat acuático.
Cuando estas bacterias se reproducen en grandes cantidades pueden producir toxinas perjudiciales para la salud humana y animal. Los problemas asociados al contacto con aguas contaminadas incluyen malestares digestivos —como vómitos, diarrea y náuseas—, irritaciones en la piel e incluso posibles daños hepáticos en casos más serios.
Este tipo de detección hace parte del sistema continuo de vigilancia que desarrolla la Confederación Hidrográfica del Guadiana. Gracias a estos controles regulares, se pueden detectar anomalías de manera oportuna y articular una respuesta coordinada con las autoridades sanitarias. En cuanto se tenga el segundo análisis, se evaluará si se requieren medidas correctivas —como el uso de ozono o radiación ultravioleta para sanear el agua— o si las actividades recreativas podrán reanudarse con seguridad.