El objetivo de la ley de Bienestar animal es noble: prohibir el sufrimiento de los animales, no sólo de los domésticos. El resultado es que podría llevar a la prohibición y extinción de una de las razas caninas alemanas por excelencia, el perro salchicha. Y de fondo se dibuja la enésima guerra cultural entre quienes quieren legislar, proteger y regular la vida animal y quienes lo consideran sólo una injerencia del Estado en las costumbres establecidas.
El Ministerio de Agricultura dirigido por el verde Özdemir Cem publicó las directrices en febrero. Quiere prohibir la cría “sin escrúpulos” y las prácticas que generan razas con características genéticas que condenan a los animales a enfermedades degenerativas.
Por ejemplo, se acabaron los gatos sin orejas, los carlinos que no pueden respirar, las mascotas sin pelo, pero tampoco se permitirá que las vacas estén atadas en establos todo el tiempo. Ahora, los perros salchicha de cuerpo largo y patas cortas figuran entre los animales con “anomalías esqueléticas”, porque la forma excesivamente alargada de su espalda suele provocar hernias, discopatías y dificultad de movimiento en etapas tardías de la vida. Y, aunque la redacción de esta ley sigue siendo vaga, de confirmarse, su lectura restrictiva llevaría a prohibir la cría de perros salchicha en el futuro.
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Fue la Asociación de Criadores de Perros Alemanes (Vdh) la que denunció el caso, desencadenando una oleada de protestas. “Protegemos a nuestros perros salchicha de la intrusión de fuerzas ideológicas. Es necesario un frente unido”, escribió Josef Ramacher, presidente del Deutscher Teckelklub fundado en 1888, el más antiguo de Alemania. La petición ha alcanzado las 22.000 firmas.
Teckel, Dackel, Dachshund: tres nombres para la misma raza, que los ingleses llaman, amistosamente, “el perro salchicha alemán”. Y aunque ahora sólo es el décimo perro favorito en Alemania, tiene al menos 400 años de historia a sus espaldas. Lo tuvieron Napoleón, el emperador Guillermo II o Pablo Picasso. Fue la mascota, junto con “Waldi”, de los Juegos Olímpicos de Múnich 1972. Y los perros salchicha son también el centro de una famosa película de Walt Disney que se emitía por televisión todas las Navidades, en la que todo el mundo estaba en su contra y a favor del gigantesco e ingenuo danés Brutus.
Como ocurre con el bulldog inglés (otra raza que corre el riesgo de ser prohibida desde hace tiempo), el origen de los problemas de salud de estos animales son los cruces cada vez más extremos creados en el siglo pasado.
En las fotos de finales del siglo XIX, el perro salchicha tiene las patas más largas y el torso más corto. Es un ejemplo de cómo el bienestar de los animales se ha puesto en peligro por los humanos. Los defensores de los animales de Peta creen que los únicos perros salchicha “legales” deberían ser los que salen de las perreras municipales, es decir, que la única forma de que dejen de sufrir es extinguirlos. El ministro verde Cem, no: aseguró que la ley sólo quiere detener a los criadores sin escrúpulos, y que a nadie, y menos a él, se le ocurriría tocar al perro salchicha alemán.
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Con información de El Mundo