En la costa de Maine, Estados Unidos, un santuario marino ha dado un paso inédito en el cuidado animal: la creación del primer hogar de retiro para pingüinos ancianos del continente. El proyecto, impulsado por la organización Marine Life Sanctuary, busca ofrecer una vejez digna y libre a estas aves retiradas de zoológicos y acuarios.
Los pingüinos, al igual que los humanos, enfrentan problemas de salud con la edad: artritis, pérdida de visión, debilidad muscular y deterioro del plumaje. Muchos, tras décadas en cautiverio, no pueden regresar a su hábitat natural. Por eso, el santuario adaptó un complejo de piscinas climatizadas y áreas de descanso donde los animales pueden vivir sin estrés, cuidados por un equipo veterinario especializado.
“Queremos que tengan un retiro feliz”, explicó Emily Donahue, directora del proyecto. “Durante años han sido embajadores de la vida marina ante el público. Ahora merecen paz y compañía en sus últimos años”.

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El refugio, bautizado como Penguin Haven, alberga actualmente 42 pingüinos de especies como el africano, el de Magallanes y el papúa. Cada ejemplar recibe una dieta personalizada, sesiones de fisioterapia acuática y enriquecimiento ambiental para mantener su bienestar físico y emocional.
Uno de los residentes más queridos es “George”, un pingüino africano de 29 años que sufre artritis avanzada. Los cuidadores diseñaron un pequeño chaleco flotante que le permite nadar sin esfuerzo. “George fue parte de un zoológico por más de dos décadas. Aquí volvió a moverse como cuando era joven”, cuenta Donahue con orgullo.
La iniciativa ha sido celebrada por grupos ambientalistas como WWF y Oceana, que destacan su enfoque ético. “El santuario propone una nueva relación con los animales: de exhibición a compasión”, opinó la bióloga Sarah Thompson.
El Penguin Haven también funciona como centro educativo. Cada semana, estudiantes y voluntarios visitan las instalaciones para aprender sobre conservación marina y envejecimiento animal. “Los pingüinos enseñan más sobre empatía que muchos libros”, comenta Donahue.

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Además, el proyecto promueve la investigación científica. Veterinarios de la Universidad de Boston estudian los procesos de envejecimiento de los pingüinos para aplicar los hallazgos en programas de conservación. “Entender cómo envejecen es clave para proteger a las especies en peligro”, explicó el doctor James O’Connor.
Ell asilo de pingüinos en Nueva Inglaterra es más que un refugio: es un recordatorio de que la vejez, incluso en el reino animal, puede ser vivida con dignidad. Entre el murmullo de las olas y los graznidos suaves, estos pequeños sobrevivientes disfrutan su último viaje con la serenidad que alguna vez solo se les concedía a los humanos.



