La industria cultural en México continúa consolidándose como uno de los motores más dinámicos y resilientes de la economía nacional. Según datos recientes del INEGI, el sector cultural aportó 2.8% al Producto Interno Bruto (PIB) durante 2024, superando incluso a industrias como la automotriz y la construcción en ciertos indicadores de crecimiento creativo, empleo y generación de valor simbólico.
Este porcentaje incluye actividades como cine, música, diseño, artes escénicas, patrimonio histórico, producción editorial, arquitectura, desarrollo digital y videojuegos, así como miles de microindustrias artesanales que sostienen economías enteras en comunidades rurales. “La cultura no es un lujo, es una fuerza económica real”, señaló la economista cultural María Fernanda León, quien participó en el análisis de los datos.
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El informe también subraya que el sector emplea a más de 1.3 millones de personas, desde artistas y editores hasta programadores, guías de museo, escenógrafos, fotógrafos, músicos independientes y gestores culturales. Buena parte de esos empleos se concentra en Ciudad de México, Oaxaca, Jalisco y Nuevo León, estados donde la creatividad ha crecido incluso en periodos de incertidumbre económica.
Uno de los factores clave en este crecimiento ha sido el auge de las plataformas digitales, que han permitido a artistas y creadores mexicanos alcanzar audiencias globales sin intermediarios tradicionales. TikTok, Spotify, YouTube y plataformas de arte digital como Behance han impulsado carreras que antes estaban limitadas por la falta de espacios físicos.
El sector cinematográfico también aportó significativamente, con producciones nacionales que lograron reconocimiento en festivales internacionales y con la consolidación de México como uno de los destinos preferidos para filmaciones de Hollywood. “Cada producción que llega al país genera empleos directos e indirectos, activa cadenas de servicio y proyecta talento local”, explicó el productor Jorge Magaña.
A nivel artesanal, la derrama económica vinculada al turismo cultural registró un aumento notable. Pueblos como Teotitlán del Valle, Zinacantán y Santa Clara del Cobre experimentaron un crecimiento cercano al 15% en ventas de textiles, cerámica y arte tradicional gracias al turismo postpandemia y a las ferias de arte popular.
Sin embargo, el informe también advierte desafíos: la informalidad, la falta de seguridad social para artistas y la desigualdad en acceso a financiamiento. “El sector cultural genera riqueza, pero sus trabajadores aún viven condiciones de precariedad”, señaló León. Agregó que es necesario crear mecanismos de apoyo fiscal y programas de profesionalización.

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El gobierno federal ha anunciado que buscará aumentar el presupuesto destinado a cultura, con énfasis en educación artística, restauración de patrimonio y creación de infraestructura cultural en municipios marginados. “Un país sin cultura se vuelve más vulnerable a la violencia y a la desigualdad; invertir en cultura es invertir en cohesión social”, afirmó el secretario de Cultura.
Organismos internacionales, como la Unesco, celebraron el avance mexicano, señalando que el país se mantiene entre las diez industrias culturales más importantes del mundo, junto con Francia, Japón, Estados Unidos y Corea del Sur.
La cultura, lejos de ser un accesorio, se ha convertido en un pilar invisible pero indispensable para la economía mexicana. Y las cifras lo confirman: donde hay creatividad, hay desarrollo; donde hay arte, hay futuro.



