Río de Janeiro atraviesa uno de los momentos más violentos de su historia reciente tras un megaoperativo policial contra el grupo criminal Comando Vermelho, que dejó más de 100 muertos, entre ellos cuatro agentes. La ciudad amaneció cubierta por el sonido de helicópteros, vehículos incendiados y el temor de miles de habitantes que quedaron atrapados en medio de los enfrentamientos.
El operativo, considerado el más grande en la historia de Río, movilizó a más de 2,500 agentes en las favelas de Penha y Alemão. Las autoridades buscaban ejecutar más de 180 órdenes de captura y 100 de prisión en un territorio equivalente a 72 estadios Maracaná. Sin embargo, la intervención terminó en una jornada de violencia extrema que conmocionó al país.
Río sitiada por la violencia

De acuerdo con reportes oficiales, miembros del Comando Vermelho respondieron a la incursión con armas de alto calibre y drones equipados con explosivos.
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Las fuerzas de seguridad contestaron el ataque desde tierra y aire, provocando tiroteos que se extendieron por horas. Las escenas registradas muestran calles bloqueadas, vehículos calcinados y decenas de cuerpos tendidos sobre el asfalto.

El gobernador de Río de Janeiro, Cláudio Castro, aseguró que la mayoría de los fallecidos pertenecía al grupo criminal y calificó el operativo como “la mayor acción de seguridad en la historia del estado”. Sin embargo, defensores de derechos humanos han denunciado posibles ejecuciones y abuso de fuerza, alertando que también habría víctimas civiles entre los muertos.
Favelas entre el miedo y el silencio tras operativo

Las escuelas, hospitales y comercios de las zonas afectadas permanecieron cerrados, mientras los vecinos buscaban refugio para evitar los tiroteos. En la comunidad de Penha, familiares y voluntarios intentaron reconocer a las víctimas alineadas sobre el pavimento. “Vi cuerpos desfigurados, familias llorando, gente aterrada”, narró un fotógrafo local que documentó los hechos.

Entre los detenidos se encuentran Thiago do Nascimento Mendes, alias “Belão”, señalado como uno de los líderes del Comando Vermelho, y Nicolas Fernandes Soares, supuesto operador financiero del grupo. Las autoridades presentaron un importante arsenal decomisado: fusiles, granadas y municiones de guerra.

Aunque el gobierno de Río presume el éxito del operativo, las imágenes de muerte y devastación han generado fuertes críticas dentro y fuera de Brasil. Lo ocurrido en las favelas deja en evidencia que, pese a los esfuerzos oficiales, la guerra contra el narcotráfico sigue cobrándose un alto costo humano y social.

 
			 
			 
					



