La iniciativa Seabed 2030, impulsada por la Nippon Foundation y el Centro GEBCO de la ONU, avanza con un propósito ambicioso: mapear el 100% de los fondos marinos del planeta para 2030. Este proyecto global, considerado uno de los mayores esfuerzos científicos de la historia, busca revelar los secretos de los océanos y comprender mejor su papel en el equilibrio ambiental y climático de la Tierra.
Actualmente, solo el 25% del lecho oceánico está cartografiado con precisión. El objetivo de Seabed 2030 es llenar ese vacío utilizando tecnología de sonar de alta resolución, vehículos submarinos autónomos y satélites de observación. “Conocer el fondo del mar es tan importante como conocer la superficie de Marte”, afirmó el oceanógrafo Jamie McMichael-Phillips, director del proyecto.
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Los datos recopilados serán de libre acceso y permitirán a científicos, gobiernos y empresas comprender mejor los ecosistemas marinos, los recursos minerales y los riesgos geológicos, como tsunamis o erupciones submarinas.
El proyecto ha sumado el apoyo de más de 150 instituciones científicas y flotas de investigación de todo el mundo, incluyendo universidades de Japón, Noruega, Australia y México. “Los océanos cubren más del 70% del planeta, pero seguimos siendo casi ciegos ante ellos”, señaló McMichael-Phillips.
Uno de los principales objetivos es proteger la biodiversidad marina. Al mapear zonas profundas, los investigadores esperan descubrir nuevas especies y ecosistemas que podrían desaparecer antes de ser documentados.
Además, la información obtenida ayudará a mejorar la navegación y la instalación de cables submarinos que transportan internet global, así como a identificar zonas seguras para energías renovables marinas.
El proyecto también enfrenta críticas por el posible interés de corporaciones en explotar recursos minerales del fondo oceánico. Sin embargo, los responsables aseguran que el enfoque es científico y ambiental, no extractivista.
Seabed 2030 ya ha cartografiado más de 30 millones de kilómetros cuadrados en los últimos dos años, con apoyo de embarcaciones comerciales que comparten sus datos durante las travesías. “Cada barco que navega puede ser un explorador”, explicó McMichael-Phillips.
Seabed 2030 representa la nueva frontera de la exploración humana. Mientras las estrellas siguen inspirando la mirada al cielo, el océano recuerda que aún queda un universo por descubrir bajo nuestras propias aguas.
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Con información de EL UNIVERSAL