Liam Neeson, el actor irlandés de 73 años conocido por filmes como Taken y Schindler’s List, reafirmó su compromiso como Embajador de Buena Voluntad de UNICEF el 7 de agosto de 2025, durante un evento en Nueva York.
En su discurso, Neeson destacó la urgencia de proteger a los menores en zonas de guerra, pero su activismo también ha generado críticas por su enfoque selectivo y la percepción de que las celebridades pueden eclipsar las voces locales.
Neeson, quien colabora con UNICEF desde 1997, ha visitado países como Ruanda, Siria y Ucrania, enfocándose en la educación y la protección infantil. En Nueva York, compartió historias de niños desplazados por la guerra en Gaza, donde 1.9 millones de personas enfrentan crisis humanitaria. Su emotiva narrativa recaudó 2.5 millones de dólares, pero algunos activistas cuestionan si estos eventos priorizan la imagen de las celebrities sobre soluciones estructurales.
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El actor ha utilizado su fama para visibilizar causas como la vacunación infantil y la lucha contra la malnutrición, logrando que UNICEF alcance a 45 millones de niños con vacunas en 2024. Sin embargo, su enfoque en conflictos mediáticos, como Ucrania o Gaza, ha sido criticado por ignorar crisis menos visibles, como las de Sudán o Yemen, donde 14 millones de niños necesitan ayuda. Esta selectividad plantea preguntas sobre el impacto real de su labor.
Neeson también abogó por el acceso a la educación en emergencias, citando que 222 millones de niños en el mundo no asisten a la escuela debido a conflictos. Su campaña “Educación sin Fronteras” ha financiado escuelas temporales en campos de refugiados, pero algunos analistas señalan que estas iniciativas suelen ser temporales y no abordan las causas profundas, como la pobreza sistémica o la inestabilidad política.
El evento en Nueva York incluyó un cortometraje narrado por Neeson, que mostró el impacto de los bombardeos en escuelas sirias. Aunque el video conmovió a los asistentes, algunos críticos en redes sociales lo acusaron de “sensacionalismo emocional”, argumentando que tales producciones simplifican problemas complejos para apelar a donantes occidentales. Este debate refleja la tensión entre el activismo mediático y la necesidad de soluciones sostenibles.
La trayectoria de Neeson con UNICEF también ha sido marcada por momentos personales. Tras la muerte de su esposa, Natasha Richardson, en 2009, el actor intensificó su compromiso, dedicando su labor a su memoria. Esta conexión personal le ha dado credibilidad, pero también ha generado críticas de quienes ven su activismo como una forma de redención pública tras controversias, como sus comentarios de 2019 sobre racismo.
El actor ha enfrentado el escepticismo con franqueza, admitiendo que su rol es “prestar su voz” y no ser un experto. En Nueva York, prometió visitar más países en crisis en 2026, pero algunos cuestionan si estas visitas, que requieren grandes recursos, son la mejor inversión. Por ejemplo, el costo de un viaje de alto perfil podría financiar directamente a comunidades locales, un punto que UNICEF no ha abordado públicamente.
Neeson también destacó la importancia de la colaboración público-privada, agradeciendo a empresas que donaron al fondo de emergencia de UNICEF. Sin embargo, la dependencia de donaciones corporativas ha sido criticada por permitir que empresas con prácticas cuestionables, como gigantes petroleros, “laven” su imagen a través de la filantropía. Esta relación plantea dilemas éticos sobre la pureza de las causas humanitarias.
En México, donde UNICEF apoya a 1.2 millones de niños migrantes, el mensaje de Neeson resonó entre activistas que piden más atención a la frontera sur. Sin embargo, la falta de mención específica a esta región en su discurso decepcionó a algunos, reforzando la percepción de que las crisis latinoamericanas son secundarias en la agenda global. Esta omisión subraya los límites del activismo de alto perfil.
A sus 73 años, Liam Neeson sigue siendo una figura influyente en UNICEF, pero su labor enfrenta el desafío de equilibrar visibilidad con impacto real. Mientras su compromiso inspira donaciones y conciencia, las críticas sobre su enfoque selectivo y el modelo de activismo de celebridades persisten. Su legado con UNICEF dependerá de cómo logre amplificar las voces de los niños sin opacarlas con su propia fama.
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Con información de INFOBAE