Durante más de cuatro décadas, Jorge, una imponente tortuga boba de cabeza grande (Caretta caretta) que hoy tiene alrededor de 60 años y pesa unas 220 libras (aproximadamente 100 kg), vivió recluida en un tanque superficial de un acuario ubicado en Mendoza, Argentina. Afortunadamente, logró regresar al mar, un reto que parecía prácticamente imposible tras tanto tiempo fuera de su entorno natural.
Un rescate inusual que marcó el inicio de su recuperación
El viaje de Jorge al océano comenzó hace más de 40 años, cuando fue encontrado atrapado en una red de pesca, aturdido y con signos de hipotermia cerca de Bahía Blanca. En aquel momento, con apenas unos 20 años de edad, fue trasladado a Mendoza, donde pasó cerca de 38 años en un acuario municipal que, aunque sirvió para mantenerlo con vida, inevitablemente lo separó de sus instintos naturales.
Una etapa crucial para readaptarlo
En 2021, se definió un plan para reeducar a Jorge. El primer paso fue ajustar progresivamente la concentración de sal en su agua hasta alcanzar los niveles propios del océano (alrededor de 33 ‰), a fin de fortalecer su metabolismo y salud.
Posteriormente, en octubre de 2022, fue trasladado al Aquarium de Mar del Plata. Allí, en una piscina de 150 000 litros con 3 metros de profundidad, se intensificó su entrenamiento. En lugar de la dieta de huevos duros y carne vacuna, comenzó a alimentarse de presas vivas como cangrejos y caracoles. Además, se le entrenó para cazar y nadar en corrientes simuladas, reconectándolo con comportamientos típicos en libertad.
La emoción de un regreso al océano
El 11 de abril de 2025, Jorge fue liberado en el Atlántico, a unas 15 millas náuticas de la costa de Mar del Plata, a bordo de una embarcación de la Prefectura Naval Argentina. Fue un momento histórico: era la primera vez que tocaba el océano tras 40 años en cautiverio.
La investigadora Mariela Dassis, responsable del seguimiento satelital, recuerda esa mañana con emoción: “las olas estaban agitadas, pero Jorge no titubeó”. A los pocos días, Jorge empezó a emitir señales regulares, confirmando que nadaba hacia el norte, rumbo a Brasil.
En apenas dos meses, había recorrido más de 2 000 km y alcanzó aguas cercanas a su lugar de natalidad en Praia do Forte, al norte de Brasil, un comportamiento migratorio habitual en su especie.
Un testimonio de resiliencia y un legado para la conservación
Este caso es, literalmente, único: no existen registros de otra tortuga marina que haya vivido tanto tiempo en cautiverio y logrado reintegrarse con éxito a su hábitat natural.
Gracias a su historia, se obtendrá valiosa información sobre las rutas migratorias, especialmente de ejemplares machos, y sobre su comportamiento post-liberación. Con una longevidad de hasta 80–100 años, Jorge incluso podría reproducirse en los próximos años .
Impacto mediático y reconocimiento
Recientemente, National Geographic dedicó un espacio destacado a la historia de Jorge, publicando fotos y un artículo detallado que capturaron la atención global . Además, tanto medios argentinos como redes sociales se sumaron al reconocimiento, agradeciendo a NatGeo por visibilizar esta increíble travesía.