Un grupo de investigadores de la Universidad de Cornell propone una idea sorprendentemente sencilla, económica y ecológica para reducir el CO₂ atmosférico: en lugar de quemar o dejar descomponer los restos de madera (como ramas, tocones, cortezas o muebles descartados), se sugiere enterrarlos en suelos de bosques gestionados. Esta práctica, al reducir la exposición al oxígeno al cavar dos metros bajo tierra, permitiría que esos residuos perduren durante siglos o incluso milenios, evitando así que liberen carbono de nuevo a la atmósfera.
¿Por qué funciona la madera enterrada?
Durante el crecimiento, los árboles absorben CO₂ del aire por medio de la fotosíntesis, incorporándolo en su estructura leñosa. Si estos residuos se queman o se dejan pudrir en superficie, ese carbono regresa al aire. Sin embargo, al enterrarlos en profundidad, se retrasa drásticamente su descomposición, ya que la falta de oxígeno inhibe el trabajo de los descomponedores naturales. En consecuencia, el carbono queda secuestrado de forma pasiva, y se mantiene lejos del ciclo activo de emisiones.
Según el estudio publicado en Nature Geoscience, si esta técnica se aplica globalmente entre 2025 y 2100, se podrían capturar entre 770 y 937 gigatoneladas de CO₂, logrando una reducción estimada de la temperatura promedio mundial de hasta 0,42 °C.
Un ejemplo concreto: si Estados Unidos enterrase aproximadamente el 66 % de los desechos leñosos generados en bosques gestionados, podría alcanzar la neutralidad carbono para el año 2050.
¿Es viable técnicamente?
El proceso requiere excavadoras, transporte y logística, lo que genera emisiones propias. Aun así, el estudio sostiene que el balance neto de carbono es positivo, ya que las cantidades de CO₂ capturadas supera con creces las liberadas durante la extracción y el enterramiento.
Se considera que la técnica es más rentable cuando:
- Se utiliza maquinaria y vías existentes en zonas forestales.
- Se ejecuta de forma intensiva y planificada por campañas.
- Se agrupa gran volumen de residuos en un solo lugar.
- Se emplea energía renovable para alimentar la maquinaria.
Asimismo, los investigadores insisten en que la técnica debe aplicarse de forma selectiva y no indiscriminada, enfocándose en sitios con buena logística.
Este método no apoya la tala excesiva ni indiscriminada; está pensado para aprovechar los restos ya generados en bosques gestionados, donde la tala es planificada y se realiza en rotaciones sostenibles.
Los residuos —ramas, cortezas, raíces— que no tienen uso comercial suelen quemarse o descomponerse. Enterrarlos evita estas emisiones sin incentivar más tala, y no amenaza los bosques nativos, ya que se emplea únicamente en áreas intervenidas.
Aplicaciones complementarias
Aunque el enfoque está orientado a áreas boscosas, también tiene aplicación en:
- Entornos urbanos (restos de poda)
- Huertos, frutales y sistemas agroforestales
- Residuos de mobiliario o serrería industrial
Por ejemplo, en el estado de Nueva York se están evaluando proyectos piloto en huertos para alcanzar neutralidad de carbono mediante este método.
Beneficios añadidos
El enterramiento de residuos leñosos ofrece múltiples ventajas colaterales:
- Menor riesgo de incendios forestales, al retirar material combustible de la superficie.
- Generación de empleo verde en las tareas forestales y logísticas.
- Aprovechamiento de infraestructuras existentes, como caminos rurales y maquinaria de excavación
Para evaluar su sostenibilidad, el estudio identifica varias áreas que requieren un análisis más profundo:
- Emisiones de metano bajo condiciones anaeróbicas, que podrían contrarrestar la captura de CO₂.
- Efectos en la salud del suelo y en su biodiversidad edáfica.
- Disponibilidad de espacio y aceptación social, que varían según el contexto territorial.
- Costos logísticos y energéticos, especialmente dependientes de la escala y localización.
- La importancia de proyectos piloto a gran escala para validar su viabilidad técnica, ecológica y socioeconómica.
¿Qué lo hace atractivo?
Este método destaca por su simplicidad y escalabilidad:
- No requiere tecnologías altamente especializadas como algunas soluciones de captura de aire.
- Usa un residuo ya generado —sin producir más— y le da un valor adicional en términos climáticos.
- Se puede combinar con reforestación y otras estrategias de mitigación sin excluirlas.
- Representa una solución circular, resiliente y potencialmente amplia, si se implementa con planificación adecuada.