¿Una mujer, habría engañado al Vaticano? La historia de la papisa Juana, una mujer que habría llegado a ocupar el trono pontificio en el siglo IX haciéndose pasar por hombre, ha fascinado y dividido a historiadores durante siglos. Según la leyenda, Juana adoptó una identidad masculina para acceder a la educación y al clero, y terminó siendo elegida Papa entre los años 855 y 857. Su verdadero sexo fue descubierto de manera dramática cuando dio a luz durante una procesión, lo que provocó su caída y, según algunas versiones, su muerte violenta.
Aunque no hay pruebas sólidas de su existencia, el relato se convirtió en parte del folclore medieval. Fue utilizado tanto por la Iglesia católica para reforzar los roles tradicionales de género como por los protestantes para atacar la legitimidad del papado.
Los primeros registros escritos de esta leyenda surgieron en el siglo XIII, más de tres siglos después de los hechos supuestamente ocurridos. Autores dominicos como Jean de Mailly y Martín de Polonia ofrecieron versiones similares: Juana habría nacido en Maguncia (Alemania), hija de padres ingleses. Disfrazada de hombre, se marchó con su amante y viajó a Atenas para recibir una educación universitaria, destacándose por su intelecto. Posteriormente, se trasladó a Roma, donde se ganó una sólida reputación como académico y moralista. Vestida como clérigo, logró ascender en la jerarquía eclesiástica hasta ser elegida Papa tras la muerte de León IV.
Durante su papado, se dice que mantuvo relaciones con su amante y quedó embarazada, lo cual condujo a la revelación de su sexo cuando dio a luz en público. Algunas versiones afirman que fue ejecutada brutalmente; otras, que se retiró a un convento, mientras que su hijo se convirtió en obispo.
Expertos modernos consideran que esta historia es más bien una fábula moral. Para autores como Anthony Bale y Katherine Lewis, la leyenda refleja más las creencias sociales de la época que hechos históricos. Se interpreta como una advertencia sobre el lugar de la mujer y su supuesta incapacidad para ejercer autoridad eclesiástica. La narrativa insiste en que, aunque Juana pudo desempeñarse exitosamente como hombre, su “verdadera” naturaleza femenina la traicionó de forma humillante.
Con el tiempo, la historia fue deformada y exagerada. Escritores como Boccaccio incluyeron versiones donde Juana es representada como una mujer lujuriosa y corrupta, símbolo de los peligros de permitir que las mujeres asuman roles de poder. Su contemporáneo Petrarca incluso afirmó que tras descubrirse el sexo de Juana, ocurrieron fenómenos sobrenaturales como lluvias de sangre y langostas monstruosas.
La Reforma protestante retomó la leyenda como argumento contra la autoridad del Papa. Alegaban que si la Iglesia había tenido una mujer como pontífice —y la ocultaba—, se rompía la sucesión apostólica. Esto obligó a la Iglesia católica a responder y desacreditar activamente la historia.
Incluso surgió el mito de una silla papal con un agujero para verificar que los nuevos papas fueran hombres. Aunque sin evidencia concreta, refleja la preocupación de asegurar que el escándalo de Juana no se repitiera.
Así, la leyenda de la papisa Juana persiste como un relato que mezcla moralidad, misoginia y religión, revelando las tensiones sociales e ideológicas que han acompañado a la Iglesia durante siglos.