La icónica isla de Santorini, famosa por sus cúpulas azules y casas blancas colgando de los acantilados, vive días de incertidumbre. Desde finales de enero y los primeros días de febrero de 2025, una serie de sismos ha alterado la tranquilidad del paraíso del mar Egeo, generando preocupación tanto en residentes como en turistas.
Las autoridades han registrado más de 500 temblores entre el 31 de enero y el 5 de febrero, según reporta AP. El más intenso, ocurrido a las 9:30 de la mañana, alcanzó una magnitud de 4,9 en la escala de Richter.
Protocolos de emergencia por sismos en Santorini
Aunque no se han reportado daños materiales ni víctimas, las autoridades han activado protocolos de emergencia, cerrando escuelas y emitiendo recomendaciones como evitar reuniones en interiores y vaciar piscinas. Además, se han instalado tiendas de campaña cerca de hospitales y se han enviado alertas para mantenerse alejados de acantilados y zonas costeras.
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El primer ministro Kyriakos Mitsotakis, en una conferencia televisada el 5 de febrero, reconoció la inquietud de la población: “Entiendo el miedo de lo que significa en este momento estar en una Santorini que está en constante movimiento”.
Hasta el momento, más de 10.000 personas han abandonado la isla, mientras las fuerzas del Estado y los servicios de emergencia se despliegan en la zona.
Grecia se encuentra en una de las regiones con mayor actividad sísmica de Europa debido a la colisión entre las placas africana y euroasiática. El mar Egeo, en particular, es una zona propensa a terremotos y erupciones volcánicas, con el Arco Volcánico Helénico albergando varios volcanes activos, incluyendo los de Santorini y Amorgos.
¿Peligro de terremoto en Santorini?
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Los expertos mantienen un monitoreo constante para determinar si esta serie de temblores es la antesala de un sismo mayor o si, por el contrario, se trata de un enjambre sísmico, un fenómeno en el que numerosos temblores ocurren en un corto período sin que necesariamente haya un gran terremoto posterior.
Santorini, en sí misma, es el resultado de una de las erupciones volcánicas más grandes de la historia, ocurrida alrededor del 1600 a.C. Durante las semanas previas a la reciente actividad sísmica, los sismólogos habían detectado un aumento de la actividad en la caldera inundada de la isla. No obstante, las primeras evaluaciones descartan una relación directa entre ambos eventos.
Un riesgo controlado, pero monitoreado
Pese a la intensidad de los temblores, las autoridades han asegurado que es poco probable que estos deriven en una erupción volcánica. La última actividad significativa del volcán de Santorini se registró entre 2011 y 2012, cuando se detectaron inflamaciones magmáticas que despertaron el temor de una explosión similar a la de 1950.
Por ahora, solo se han reportado pequeños deslizamientos de roca, pero la comunidad científica sigue analizando la situación para informar correctamente a la población. “No podemos predecir con exactitud las consecuencias, pero el monitoreo constante es clave para afrontar esta crisis y priorizar la seguridad de nuestros conciudadanos”, concluyó Mitsotakis.
