A lo largo de los siglos, todas las especies en la Tierra han pasado por procesos de evolución que las adaptan a sus entornos cambiantes. Sin embargo, cuando estas investigaciones se enfocan en animales tan cercanos a los seres humanos como los perros, los resultados captan la atención mundial. Un nuevo estudio ha revelado que los perros están atravesando lo que podría considerarse una tercera fase de domesticación, la cual parece estar transformando sus conductas y habilidades en favor de una vida compartida con los humanos. Este descubrimiento ofrece pistas clave sobre cómo los perros están adaptándose aún más al estilo de vida de sus dueños en el siglo XXI.
Originalmente, los antecesores de los perros que hoy conocemos eran animales salvajes. Su convivencia inicial con el ser humano ocurrió de manera espontánea, hace miles de años. Sin embargo, a medida que esta relación se fortaleció, los perros fueron seleccionados por sus habilidades para realizar trabajos específicos. Hasta hace pocas décadas, eran comúnmente vistos como animales de trabajo cuya misión era apoyar en la caza, proteger las viviendas, pastorear el ganado y erradicar plagas. Estas labores definían sus comportamientos y sus características físicas, que diferían en gran medida de las que vemos hoy en día en los perros domésticos.
En la actualidad, con los cambios en las expectativas y el rol de los perros en la sociedad, parece que estamos viendo esta tercera ola de domesticación, principalmente impulsada por el trato que los humanos les dan a los perros modernos, que en su mayoría son considerados compañeros y mascotas. Esta transición implica que los perros han desarrollado comportamientos amigables y temperamentos apacibles que se adaptan perfectamente a un estilo de vida mucho menos activo que el de antaño, cuando realizaban tareas de trabajo intensas.
Esta percepción de cambio no es únicamente anecdótica; existen pruebas científicas que la respaldan. Un grupo de investigadores ha observado un incremento en los niveles de una hormona fundamental para la interacción social en los perros, especialmente en aquellos perros entrenados para asistir a personas con discapacidades o necesidades especiales, como los perros de servicio. Según el diario británico Daily Mail, estos hallazgos sugieren que la domesticación y las relaciones cercanas con los humanos han modificado aspectos de la biología de los perros.
La hormona en cuestión, llamada oxitocina, es conocida por su papel crucial en la creación de vínculos afectivos tanto en animales como en humanos. De acuerdo con el estudio realizado por investigadores de la Universidad de Linköping en Suecia, la oxitocina impulsa a los perros a buscar contacto y comunicación con sus dueños, fortaleciendo el vínculo social entre ambos. Con el paso del tiempo, a medida que los humanos han transformado a los perros en animales de compañía, la sensibilidad de estos animales hacia la oxitocina ha crecido notablemente.
Estudios previos ya habían revelado que ciertas variaciones en la secuencia genética cercana al gen del receptor de oxitocina tienen una influencia directa en la habilidad de los perros para interactuar socialmente. En otras palabras, el comportamiento social de un perro está, en gran medida, determinado por su genética, específicamente por los genes que regulan la respuesta de su organismo a la oxitocina.
En este último estudio, los investigadores analizaron el comportamiento de 60 perros de la raza Golden Retriever en un experimento diseñado para medir su dependencia de la ayuda humana. Los perros debían intentar abrir la tapa de un frasco que contenía golosinas, aunque el frasco había sido cerrado de forma que fuera imposible de abrir. Esta prueba se realizó en dos ocasiones: una vez después de que los perros inhalaran una dosis de oxitocina a través de un aerosol nasal y otra después de recibir una solución salina inactiva. Además, los investigadores recolectaron muestras de ADN de cada perro para determinar qué variantes del receptor de oxitocina poseían.
El propósito de esta prueba era observar cuánto tiempo los perros intentarían resolver el problema de manera independiente antes de recurrir a sus dueños en busca de ayuda. Los resultados indicaron que aquellos perros con una variante genética específica del receptor de oxitocina respondieron de manera más pronunciada al aerosol, lo cual aumentó su probabilidad de pedir ayuda comparado con los perros que recibieron la solución salina.
Los investigadores concluyeron que estos hallazgos proporcionan una valiosa perspectiva sobre cómo la domesticación ha influido en los genes que regulan las habilidades sociales de los perros. En definitiva, esta tercera ola de domesticación refleja los cambios en el estilo de vida de los perros, adaptándolos a su nuevo rol en la sociedad humana: el de compañeros fieles y tranquilos, alejados tanto de su vida salvaje inicial como de la segunda fase en la que desempeñaban funciones de trabajo específicas para los humanos.