Dos jóvenes rusas, llamadas Kate Kiseleva y Anastasia, compartieron su asombro y sorpresa al visitar un supermercado en México, al descubrir la impresionante variedad de verduras y productos que no se encuentran disponibles tanto en Rusia como en España, país en el que reside una de ellas.
Desde el inicio del video, ambas mujeres realizan un recorrido general por los amplios pasillos del supermercado, destacando la gran cantidad y diversidad de productos que se pueden encontrar. Entre estos productos, destacan los electrodomésticos y la sección de panadería, lo que ya empieza a dejarles una impresión muy positiva.
Una de las cosas que más sorprendió a Anastasia fue la presencia de lavadoras con tapas transparentes. Ella explicó que en Rusia no es posible encontrar lavadoras de este tipo, ya que todas tienen puertas circulares en la parte frontal. Además, comentó que tener la cubierta en la parte superior es una de las características más prácticas de estos electrodomésticos en México, lo que demuestra una clara diferencia en el diseño y funcionalidad de los electrodomésticos entre ambos países.
Cuando llegaron a la sección de estufas, las dos jóvenes rusas se encontraron con algo aún más sorprendente: el comal, un accesorio que se coloca en medio de las parrillas. Ambas admitieron no entender para qué se utiliza este utensilio tan característico de la cocina mexicana. Una de ellas comentó: “De verdad que no tengo idea, pero en muchos de los departamentos que hemos visitado también tienen esta cosita. Si pones fuego allá, se pone caliente… podría ser que sea para calentar tortillas”. Esta reflexión muestra la curiosidad y el deseo de comprender las diferencias culturales y culinarias que encontraron en México.
Continuando su exploración por los pasillos del supermercado, las jóvenes rusas seguían asombradas por los productos exóticos que solo se encuentran en México. Entre estos productos, destacaron los helados de tres litros, los panes de dulce, los pasteles y, especialmente, el huitlacoche, el cual consideraron uno de los más curiosos debido a que es conocido como “la enfermedad del maíz”. Una de ellas comentó en tono jocoso: “¿Por qué hay que comer una enfermedad de nada? Yo no quiero comer enfermedades, ya tengo bastantes”. Este comentario refleja el choque cultural y la sorpresa ante ingredientes y alimentos que son comunes en la cocina mexicana pero completamente ajenos a su experiencia.
Más adelante en el video, las mujeres rusas se adentran en la sección de verduras, donde observan con asombro los tomates y los nopales. Anastasia, en particular, quedó fascinada, ya que no conocía estos productos. Su sorpresa y curiosidad aumentaron a medida que descubría más alimentos frescos que nunca había visto antes.
En una segunda parte del video, aparece el ruso Ilia Kiselev, quien se une a las jóvenes para mostrarles el fascinante mundo de las salsas, los frijoles y las galletas. Esto se debe a la gran variedad de productos y presentaciones que se ofrecen en el supermercado. Entre los productos que Ilia recomendó, se encuentran la carne desherbada de cochinita pibil, los tamales y los chilaquiles, mencionando que es posible comprarlos y llevarlos al extranjero para que sus amigos los prueben. Esta recomendación añade una capa de autenticidad y conexión cultural a su experiencia.
Anastasia, visiblemente emocionada, comentó: “Es el paraíso del día, sin duda”. Además, señaló que la salsa Valentina se ha hecho famosa en España y siempre le recuerda a México cuando la ve. Esta conexión emocional con un producto tan emblemático muestra cómo los alimentos pueden ser puentes entre culturas.
Otro aspecto que sorprendió a Anastasia fue la posibilidad de encontrar bebidas como la Coca-Cola en sabores diferentes al clásico, asegurando no haber visto algo similar antes. Esta variedad en las bebidas refuerza la percepción de diversidad y riqueza en la oferta de productos en México.
Finalmente, el recorrido culminó con su visita a la sección de dulces tradicionales mexicanos. Anastasia se mostró encantada por la variedad de presentaciones y sabores, explorando con entusiasmo cada opción. Además, durante su paso por las bebidas alcohólicas, compartió su sorpresa por el tamaño de los envases, destacando una vez más las diferencias culturales en la presentación y consumo de productos.