En Roma existe una antigua tradición litúrgica que invitaba a los fieles a detenerse “estacionarse” y meditar sobre la Pasión en los lugares donde los mártires dieron su vida o donde se guardan sus reliquias antes de continuar con sus obligaciones cotidianas. De ahí viene el conocido rito de las “Estaciones” de Cuaresma, caracterizado por una procesión penitencial de una iglesia a otra.
La primera de las estaciones cuaresmales se celebra este miércoles de ceniza y contará con la habitual participación del Santo Padre, obispo de la diócesis de Roma, quien presidirá la Misa en la Basílica de Santa Sabina, pero no participará en la procesión penitencial por sus problemas de rodilla.
Tal como marca la tradicción la procesión se iniciará previamente en la iglesia de San Anselmo en el monte Aventino, tras la “liturgia de las estaciones”. A esta procesión asisten los cardenales, arzobispos, obispos, monjes benedictinos de San Anselmo, los padres dominicos de Santa Sabina y algunos fieles. Este trayecto es cuesta arriba, un símbolo más del espíritu de penitencia que marca la Cuaresma.
El nombre de “estación” procede del latín statio, una palabra que en el lenguaje militar se traducía por “estar en guardia, velar” para recordar al cristiano la necesidad de permanecer vigilantes en estos días.
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Antiguamente cada uno de los días de Cuaresma, los cristianos se reunían en una de las pequeñas iglesias de la ciudad -casi siempre dedicadas a los mártires-, donde el Papa pronunciaba una oración y desde ahí se partía en procesión, cantando la letanía de los santos, hacia alguna de las basílicas, donde se celebraba la Misa.
El simbolismo de esta costumbre no era otro que resaltar el peregrinaje que los cristianos realizan en el itinerario hacia la Pascua.
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Con información de Cope.es