Es bien sabido que son más las especies desconocidas que las conocidas. Por eso no debe sorprender que, cada cierto tiempo, salte la noticia del descubrimiento de una nueva especie.
Lo que no es tan habitual es que se descubra un nuevo tipo de ecosistema.
Se entiende por ‘ecosistema’ todo sistema biológico en el que un conjunto de individuos de seres vivos, pertenecientes a distintas especies,interactúan entre sí y con el medio físico en el que se encuentran. Así pues, un ecosistema se compone de dos partes claramente diferenciadas, la biocenosis, que es como se denomina a la comunidad de seres vivos que lo integran, y el biotopo, el espacio físico que dicha comunidad ocupa. Además, la gran cantidad de interacciones que se dan en un ecosistema hacen que las propiedades de este sean más que las de la simple suma de sus partes, por lo que se considera un sistema emergente.
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Un ecosistema es una entidad geográficamente restringida, por lo tanto, un entorno ignoto puede albergar un ecosistema desconocido. Pero, en general, la mayoría de los ecosistemas que conocemos se pueden enmarcar en tipos claramente diferenciados. Un bosque templado es, por ejemplo, un tipo de ecosistema que tiene una serie de dinámicas comunes, que se mantienen de forma más o menos constante, independientemente de la composición de especies del mismo. Sin embargo, un bosque de ribera es un tipo de ecosistema distinto al anterior. Se conocen múltiples tipos de ecosistemas, emergidos o subterráneos, en tierra seca, fluviales, lacustres, litorales o abisales.
Algunos ecosistemas son bien conocidos por los humanos. Los ecosistemas forestales, agrícolas, pastizales o ecosistemas urbanos —sí, también hay ecosistemas en las ciudades—. Otros pueden ser más sorprendentes, como la microbiota intestinal y hay algunos realmente extraños, que despiertan la curiosidad de la gente.
Por ejemplo, resultó sorprendente el descubrimiento de que un viejo conocido de la ciencia, pero tradicionalmente catalogado como organismo simbionte, es en sí mismo un ecosistema completo: los líquenes. En un mismo liquen pueden coexistir una o varias especies fotosintéticas de grupos distintos, levaduras, bacterias, y más recientemente se ha descubierto la participación de protozoos e incluso virus, todos ellos embebidos en el cuerpo protector de un hongo micobionte.
De todo esto se deduce que, si bien, los grandes ecosistemas son fáciles de reconocer, y probablemente ya conozcamos todos sus tipos, hay zonas que aún no han sido lo suficientemente exploradas, y existe la posibilidad de que haya algún ecosistema de tipo desconocido, en algún lugar recóndito e inexplorado.
Un nuevo tipo de ecosistema descubierto
Hay un tipo de ecosistema en el fondo abisal, en los respiraderos hidrotermales submarinos, que ya se conocía desde hace tiempo. Se trata de uno de los ecosistemas más simples que se conocen, que solo involucra dos tipos de seres vivos: unos gusanos poliquetos, que se fijan al sustrato y viven en el agua, resistiendo unas temperaturas increíblemente altas, y unas bacterias quimioautótrofas que habitan en simbiosis con ellos. Las bacterias actúan como productores, obteniendo energía de las reacciones químicas del entorno, y nutren a los gusanos, que a su vez, protegen a los microorganismos. Este ecosistema se encuentra sobre el suelo marino, creciendo hacia el agua.
Un grupo internacional de investigadores, dirigido por la doctora Monika Bright, de la Universidad de Viena, ha descubierto un nuevo tipo de ecosistema, en el mismo tipo de paraje, pero en un hábitat muy distinto: en el subsuelo. El descubrimiento se ha hecho público a través del Instituto Oceánico Schmidt.
Este nuevo ecosistema, como los ya conocidos de fuentes hidrotermales, es extraordinariamente simple. Se compone de una escasa variedad de seres vivos, entre ellos, gusanos tubícolas del grupo de los poliquetos, bacterias quimioautótrofas y otros microorganismos adaptados a las condiciones extremas del subsuelo marino. La diferencia principal, y lo que caracteriza este nuevo ecosistema, es su ubicación, bajo el suelo marino, en un entorno de cavernas y fisuras por las que se dispersa. Mientras la temperatura de otros ecosistemas de fuentes hidrotermales ronda los cientos de grados Celsius, en este caso las temperaturas son sorprendentemente templadas, alrededor de los 24° C.
Uno podría pensar que, dadas sus características, en realidad ha de tratarse del mismo tipo de ecosistema que el de las fuentes hidrotermales en la columna de agua. Pero, como se ha indicado, el ecosistema es un sistema emergente de la interacción de los seres vivos con su entorno, y entornos distintos generan tipos de ecosistema diferentes; en este caso, el entorno acuático y de elevadas temperaturas, se opone a un entorno subterráneo y de temperaturas templadas. Sería como decir que un desierto y un sistema de cavernas por debajo de él son el mismo tipo de ecosistema.
Uno de los puntos más importantes de este descubrimiento es que amplía nuestra comprensión sobre la variabilidad de los ecosistemas de fuentes hidrotermales. El estudio de Bright y sus colaboradores arroja luz sobre cómo la vida puede adaptarse y prosperar en ambientes extremos, incluso en aquellos que no se asemejan a los ya conocidos.