Después de llegar a la Luna, realizar órbitas lunares, viajar al espacio, lanzar el rover a Marte, los sueños de décadas de la ciencia ficción se han ido haciendo realidad con el paso de los años.
Uno de ellos, construir en el espacio un lugar habitable por el ser humano, se comenzó a preparar en los años ochenta: la Estación Espacial Internacional (ISS).
El por entonces presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan, pidió a la NASA que en un período de diez años debería construir una estación espacial. En 1998, Rusia, a través de su agencia, Roscosmos, lanzó el primer módulo de lo que acabaría siendo la Estación Espacial Internacional.
Después se unieron otros países como Canadá (CSA), Japón (JAXA) y varios europeos trabajando bajo la Agencia Europea Espacial (Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Noruega, España, Suecia, Suiza y Reino Unido).
Todos ellos son quienes controlan ahora mismo la Estación Espacial Internacional, cuyo peso es de casi quinientas toneladas y su tamaño es similar al de un campo de fútbol, como cien metros de largo y ochenta de ancho. Gira alrededor de la Tierra a unos 28.000 kilómetros por hora, completando con ello dieciséis órbitas al día.
La Estación Espacial Internacional (ISS) cumple 20 años, momento perfecto para recordar algunos datos sobre ella. Se trata de la construcción más cara que se haya llevado a cabo, con un coste estimado de 120 billones de dólares.
Dennis Tito entró en la historia como su primer turista espacial.
Pagó más de veinte millones de dólares para viajar en abril de 2001. La norteamericana de origen iraní Anousheh Ansari se convirtió en 2006 en la primera mujer turista en hacerlo.
El estadounidense Scott Kelly y el ruso Mikhail Kornienko batieron el récord de permanencia al pasar, entre 2015 y 2016, 340 días consecutivos.
La Estación Espacial Internacional se encuentra en un lugar en el que hay gravedad, casi al noventa por ciento como en la Tierra.
Por tanto, en realidad, se está cayendo. Sin embargo, la velocidad con la que gravita alrededor de nuestro planeta contrarresta e impide que no caiga y, por tanto, en verdad, está flotando.
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Completa una órbita alrededor de la Tierra cada noventa minutos, lo cual permite que los astronautas puedan contemplar un amanecer cada hora y media. Por tanto, a lo largo de un día, ven dieciséis amaneceres y dieciséis atardeceres al día.
Es el tercer objeto más brillante, después de la Luna y Venus, que puede observarse en el cielo. De hecho, desde la Tierra es visible, si se posee el equipo necesario para conseguirlo.
Debido a la dilación del tiempo por la velocidad relativa, los astronautas regresan de la Estación Espacial Internacional sin haber envejecido del mismo modo en que lo habrían hecho en la Tierra. No demasiado, pero vuelven algo más jóvenes. De esto hablaba Einstein en la teoría de la relatividad.
Los astronautas no pueden lavar la ropa en la Estación Espacial Internacional (ISS).
Tampoco lo necesitan: la temperatura y la humedad están controladas, lo cual permite que puedan usarla la misma ropa durante varios días antes de cambiarse. Una vez que se cambian, se queman, porque no tienen posibilidad de poder traerla de vuelta a la Tierra.
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Con información de Aquefundación