El amor ha sido inspiración para diversas obras a lo largo de la historia, incluso para objetos muy significativos, por ejemplo, las Sillas Confidentes; muy famosas en el estado de Yucatán.
¿Que son las sillas confidentes?
Las sillas confidentes de Yucatán son una especie de que tienen forma de ‘S’ vistos desde arriba, en toma cenit; que, además, poseen un aire romántico.
Estas sillas, especiales para dos personas, pueden ser usadas para en varios lugares, incluyendo paqrques.
Una persona se pone de un lado y la otra del otro, por lo que quedan frente a frente donde las miradas se encuentran.
Sin duda, es uno de los elementos que más atrapan la atención de los visitantes de la ciudad y son fotografiados, especialmente en Mérida.
Fue en 1915 cuando las sillas confidentes se instalaron por primera vez, cuando la Plaza Grande fue remodelada, durante la gestión del gobernador Salvador Alvarado.
Casi 100 años más tardes, en 2016 instalaron unas gigantes sillas confidentes en el parque de Santa Lucía.
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Origen e historia
En los primeros años de fundación de Mérida, quienes empezaron a utilizar las sillas confidentes en Yucatán fueron las familias acaudaladas, pues se pueden observar en algunas casonas.
Eran parte de la tendencia a la arquitectura e interiorismo francés que predominó desde finales del siglo XIX.
Fue en Francia donde se creó, en el siglo XIX, este mueble de una sola pieza con dos sillones contrapuestos, que tenían forma de ‘S’, uno de los modelos más fantasiosos del siglo XIX, se le llamaba también en francés Confident, Tête-à-tête, vîs a vîs, que en español significa ‘confidente’, ‘frente a frente’ y ‘cara a cara’, respectivamente.
Poco después, esta silla fue conocida como ‘tú y yo’; las sillas permitían charlar sin que nadie se enterara de nada, viéndose de frente pero sin tocarse; es decir, sin saltarse las rígidas costumbres de la época, aunque se estuviera a la vista de todos en un salón o área llena de gente.
Leyenda de amor de las sillas confidentes
La leyenda de amor detrás del origen de las sillas confidentes, narra que una mujer era cortejada por un joven del pueblo, pero el padre de ella no podía permitir que su reputación fuera puesta en entredicho,
Por lo tanto, puestas en una balanza ambas cosas, decidió que el joven pretendiente visitara a su hija.
El padre puso la condición de que los encuentros solamente ocurrieran en la banca de un parque, pero vio el riesgo de contacto físico al estar uno junto a otro.
Fue así como se le ocurrió mandar a fabricar una silla tipo ‘tú y yo’ para que pudieran seguir platicando en un lugar público, de cerca, mirándose a los ojos, pero sin tocarse.
Según la leyenda, cuenta que la idea se propagó, por lo que poco a poco en varios pueblos empezaron a instalarse en los parques de diferentes municipios de Yucatán.
En la actualidad, las sillas confidentes son parte de la identidad de este bello estado y del paisaje urbanístico principalmente en los parques.