Durante la Semana Santa el Jueves Santo es un día de los más importantes, pues se recuerda la institución de la eucaristía en la Última Cena de Jesus y el mandamiento del amor con el famoso lavatorio de pies.
Última Cena en el Jueves Santo
Uno de los momentos que más se destacan en el Jueves Santo, es la Última Cena, momento en el que Jesucristo comparte con sus discípulos, momentos antes de ser aprehendido.
Jesús invitó a sus apóstoles a celebrar la Pascua de los judíos, que consistía, sobre todo, en una cena solemne. Esta comida era para los judíos «la gran acción de gracias» a Dios”, provechó la cena para darle un sentido nuevo y profundo.
En la biblia, el evangelio de San Lucas dice: «Después, Jesús tomó el pan y dando gracias (eucharistein, en griego) lo partió y se lo dio diciendo: ´Esto es mi cuerpo que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía´. Después de la cena hizo lo mismo con la copa. Dijo: ´Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que va a ser derramada por ustedes´» (Lc. 22, 19-20).
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Este hecho marco la institución de la eucaristía, la cual se conoce hoy día en todas las iglesias católicas del mundo y que se conmemora principalmente cada domingo en las misas.
La traición de Judas
Durante la Última Cena, Jesús dijo que la mano del traidor estaba sobre la mesa y junto a e, por lo que los discípulos comenzaron a preguntarse unos a otros quién de ellos sería el que iba a hacer eso.
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Lavatorio de pies
El episodio del lavatorio de los pies tiene lugar durante la Última Cena, San Juan, narra que Jesús se levantó de la mesa, se quitó los vestidos, se ciñó una toalla y echó agua en un lebrillo. Entonces se puso a lavar los pies de sus apóstoles.
De acuerdo con las Sagradas Escrituras, este acto de Jesús fue de servicio y amor al mundo, un ejemplo de servicio y de humildad, y ordena a los lavados que hicieran lo mismo que él había hecho con ellos.
En este momento, Pedro, cuestionó esta acción de Jesús fue Pedro, quien le llegó a decir: “No me lavarás los pies jamás”, pues entendía esto como una humillación de su Señor hacia él, su discípulo.
A lo que Jesús le respondió: “Si no te lavo no tienes parte conmigo”. A lo que Pedro replicó: “Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza”.
A través de este gesto queda muy claro la misión de la Iglesia en el mundo: servir.
Arresto de Jesús
Jesús salió y fue como de costumbre al monte de los Olivos, seguido de sus discípulos, todavía estaba hablando, cuando llegó una multitud encabezada por el que se llamaba Judas, uno de los Doce.
Este se acercó a Jesús para besarlo. Jesús le dijo: «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?».
Después dijo a los sumos sacerdotes, a los jefes de la guardia del Templo y a los ancianos que habían venido a arrestarlo: «¿Soy acaso un bandido para que vengan con espadas y palos? 53 todos los días estaba con ustedes en el Templo y no me arrestaron. Pero esta es la hora de ustedes y el poder de las tinieblas».
Fue en ese momento que arrestaron a Jesús.