Desde épocas ancestrales, las comunidades purépechas de Michoacán realizan ceremonias de velación a sus muertos y, aunque en la actualidad se observan diversas variantes de una comunidad a otra, los ritos se han mantenido en lo fundamental.
Esta tradición se conoce principalmente por Pátzcuaro y Janitzio, pero se realiza en toda la zona lacustre que abarca una veintena de poblados indígenas y en otros más ubicados en la Meseta Purépecha, indica un comunicado.
El carácter de este evento no sólo es religioso, sino que conserva muchas de las características del ritual funerario practicado por los antepasados prehispánicos.
Se cree que la ceremonia de culto a los muertos surgió hace casi cinco siglos y de manera paradójica, en el fondo es una festividad a la vida.
La “velación” y la colocación de altares, así como las ofrendas en casas y panteones, son el resultado de un complejo tejido que reúne varias tradiciones culturales: por un lado, las nativas de origen precolombino y por otro, las españolas cristianas que llegaron con la Conquista, además de las propias de otros grupos provenientes de África, Asia y Europa, que migraron a México durante la colonia y épocas posteriores.
Cacería de pato
Se realiza al amanecer del 31 de octubre, y es la tradición lacustre más antigua. Grupos de cazadores alumbrando con antorchas su camino entre la bruma, se encaminan a la ribera del lago para buscar patos que más tarde servirán en la comida.
Esta costumbre casi ha desaparecido, pero aún es posible observarla principalmente en las islas de Janitzio y los Urandenes.
Los ánades se cazan con “fisgas”, un instrumento similar a una harpón con doble punta metálica que se impulsa con la mano y la fuerza del brazo, sobre un instrumento que funge como riel.
Velación de ‘los angelitos’
En Pátzcuaro, Janitzio y otros pueblos de la región, la mañana del día 1 de noviembre, se celebró a “los angelitos”, que son quienes murieron en la edad infantil o sin haberse casado.
Si es la primera ofrenda, el padrino de bautizo lleva un arco que se arregla con flor de cempasúchil o tiringuini-tsitsiqui (flor amarilla, en purépecha) y flor de ánima, orquídea propia de ésta época.
Asimismo lleva dulces de azúcar con figura de ángel o de animalitos, juguetes e inclusive ropa, como parte de la ofrenda. La preparación de la misma, es anunciada con cohetes.
En el trayecto al cementerio (alrededor de las 4 o 5 de la mañana), los participantes van cantando alabanzas
y rezando, mientras que en el hogar del pequeño difunto los padres disponen el altar donde se colocará la ofrenda y han preparado platillos de la cocina tradicional que invita a los que llegan.
En Janitzio, entre las 7 y las 10 de la mañana acuden las madres y hermanos de los niños con las ofrendas.
Velación de los muertos
La noche del 1 de noviembre se celebró a los muertos adultos y en los cementerios velaron familias enteras, quienes adornaron las tumbas con las flores tradicionales, velas, frutas, artesanías de dulce y los alimentos predilectos del difunto al que se honra.