En el marco del Día de Muertos, cada 1 de noviembre, una calle del barrio de Tepito en la capital de México congrega a decenas de creyentes de la Santa Muerte, una figura representada con un esqueleto cubierto con un hábito que la Iglesia rechaza en este país mayoritariamente católico.
Hombres y mujeres de todas las edades caminan con ella entre los brazos en el Día de Muertos, acunándola cerca del pecho como si fuera un recién nacido envuelto en mantas o vestidos de colores. Algunos la llaman “mi niña” o “mi madre”. Para otros simplemente es “La Santa”.
“Es muy milagrosa. Muchos la ven mal, pero ella simplemente se porta bien con la persona indicada”, dice José Luis Candanosa a The Associated Press.
Alrededor de José Luis, docenas de mexicanos caminan con su “Niña” en brazos o la cargan dentro de una mochila que parece un altar móvil, pues conforme avanzan se va llenando de caramelos, rosarios y panes que los creyentes se ofrecen entre sí. Algunos además la rocían con aguardiente y le soplan el humo de un puro para quitarle los males que absorbe cuando la tienen en casa. Así regresa purificada, afirma José Luis.
La historia de cada seguidor es distinta. Hay quien le pide salud, que un familiar salga pronto de la cárcel o que no le traiga tristeza. En México se le ha vinculado a cárteles del narcotráfico y se cree que sus fieles han crecido en la frontera norte, donde migrantes, pequeños empresarios y gente de la comunidad LGBT se han sumado a su culto.
La Santa Muerte es mexicanísima
El profesor de estudios religiosos de la Universidad Virginia Commonwealth, Andrew Chesnut, estima que la “Niña” reúne a unos 12 millones de devotos. “La Santa Muerte es el nuevo movimiento religioso de más rápido crecimiento, no sólo en México, sino en todo Occidente”.
La adoración a esta figura llama la atención si se considera que México es el segundo país con mayor número de católicos después de Brasil, y el experto lo explica desde la afinidad: “Es mucho más fácil acercarnos porque la Santa Muerte es mexicanísima. Nace en suelo mexicano, no como los santos católicos, que eran europeos”.
También influye que se le puede hacer cualquier tipo de plegaria, sin importar si ésta responde a los intereses del narco o a cualquier criminal. “Eso no se puede pedir a los santos católicos”, añade Chesnut.
En las calles de Tepito, lo mismo la veneran mujeres trans que padres de familia. Hay niñas que cargan con figuras diminutas de “La Santa” en sus bolsos de mano, ancianas que la transportan junto a ramos de rosas e incluso una madre que no la lleva a la vista porque va arrodillada con su recién nacido en brazos.
Con información de El Financiero y AP