Hablando de historia y otras cosas, ¿saben ustedes cuál es el yacimiento arqueológico más completo e importante que nos ha quedado de la civilización romana y por qué?
Que tal, les saluda Lorena Careaga y hoy hablaremos de la gran erupción volcánica que sepultó y preservó las ciudades de Pompeya, Herculano y Estabia hace 1,940 años.
Cercanas a la actual Nápoles, en las faldas del monte Vesubio, Pompeya y otras ciudades portuarias fueron sacudidas por fuertes temblores de tierra como preludio a la brutal erupción de este volcán, ocurrida en el año 79 después de Cristo. La gruesa capa de material volcánico que las cubrió, ayudó a conservarlas durante siglos, tal como eran en aquel momento.
Las primeras excavaciones arqueológicas datan de 1748 y continúan hasta el día de hoy, permitiendo a los visitantes recorrer sus bien conservadas casas, tabernas, templos, el anfiteatro, las termas y el gimnasio, así como las residencias y villas de la clase acomodada, profusamente decoradas con mosaicos y murales.
Lo más impactante, sin embargo, son los restos de las personas que no lograron huir antes de la erupción y que fallecieron instantáneamente. Sus cuerpos fueron cubiertos por una capa de lodo y cenizas endurecida por la lava, lo que constituyó una especie de molde que ha permitido reconstruirlos y obtener datos de su alimentación, enfermedades y oficios, entre otros.
De los 20 mil habitantes que tenía Pompeya en el siglo I de nuestra era, se han encontrado 2 mil cuerpos de hombres, mujeres, niños y ancianos que fueron sometidos a temperaturas de 300 a 600 grados centígrados, lo que provocó su muerte instantánea.
En aquel momento, Pompeya era una ciudad amurallada que se encontraba a sólo 500 metros de la bahía de Nápoles. El Vesubio lanzó tal cantidad de ceniza y lava, que elevó el nivel del fondo marino, provocando que hoy en día, Pompeya se encuentre dos kilómetros tierra adentro. Como apuntan los expertos, “esto demuestra la fuerza del desastre que enterró a una ciudad y creó un yacimiento arqueológico único”.
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