Hablando de historia y otras cosas, ¿sabían ustedes que hace 482 años, en agosto de 1536, falleció en combate uno de los personajes centrales de la identidad quintanarroense?
Qué tal, les saluda Lorena Careaga y hoy hablaremos, no del mito, sino de la historia de Gonzalo Guerrero.
De él se ha escrito mucho, pues su vida es la materia prima de la leyenda: un héroe que se alía a sus captores, se identifica con ellos y pelea a su lado en contra de sus compatriotas; un hombre que renunció a su propia cultura y adoptó otra, un guerrero astuto y temible, un padre amoroso, un rebelde…
Pero, ¿qué sabemos realmente? En su primera Carta de Relación, Hernán Cortés relata cómo, al desembarcar en Cozumel en 1519, tuvo noticias de dos náufragos españoles, uno de ellos Jerónimo de Aguilar, y el otro, Gonzalo Guerrero, nacido en el puerto de Palos, en Andalucía. Ambos habían aprendido la lengua maya y se habían adaptado a su nueva vida: Cortés encontró a Aguilar “desnudo, con un arco y flechas en la mano”, mientras que Gonzalo Guerrero vestía a la usanza local, se había tatuado la cara y perforado las orejas. Según la Historia y crónica de Chac Xulub Chen, ambos estaban casados con mujeres de la nobleza.
Pero el proceso de transculturación de Guerrero había sido mucho más profundo, después de ocho años de sobrevivir, como esclavo, en los cacicazgos de Xamanhá y Chactemal. En tanto que Aguilar aceptó incorporarse al ejército español en calidad de intérprete, cuando a Guerrero se le urgió a presentarse ante Cortés, contestó: “tengo tres hijos, y tiénenme por cacique y capitán cuando hay guerras…”
Y en realidad, sus tácticas de defensa, emboscadas y ataques sorpresivos constituyeron un serio obstáculo para la conquista española de lo que es hoy Quintana Roo.