Informan medios locales que 56 alumnas de primaria fueron envenenadas, además de 3 maestras, un maestro, dos conserjes y un padre, en una escuela de la provincia norteña de Sar-e-Pul.
En esa misma región, otras 26 estudiantes y cuatro profesoras fueron también envenenadas al día siguiente.
De acuerdo con la fuente, “todas las estudiantes que fueron trasladadas al hospital tenían náuseas y problemas respiratorios debido a que personas desconocidas rociaron veneno en las aulas”.
Pese a esto, su estado de salud “es bueno”, agregó, mientras que las autoridades informaron de que ya han iniciado las investigaciones para arrestar a los responsables.
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Esta agresión tiene lugar en un momento en el que la educación secundaria y universitaria femenina está vetada en Afganistán, como parte de la retahíla de prohibiciones contra las mujeres que impusieron los talibanes desde su llegada al poder en agosto de 2021.
Entre la plétora de restricciones se incluyen la obligatoriedad de llevar el rostro cubierto, la segregación por sexos y precisar del acompañamiento de un miembro masculino de su familia para viajar.
Estas son una serie de decisiones a la que se sumó el pasado diciembre el veto a que las mujeres trabajasen en las organizaciones no gubernamentales, que fue duramente condenado por la comunidad internacional, temerosa de que se agrave la crisis humanitaria que vive Afganistán.
Esta regresión de los derechos de las afganas recuerda cada vez más a la postura adquirida por los talibanes durante su anterior régimen entre 1996 y 2001, cuando, en base a una rígida interpretación del islam y su estricto código social conocido como pastunwali, prohibieron la asistencia femenina a las escuelas y recluyeron a las mujeres en el hogar.
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Con información de DW