Porque la vida es lo más importante, hoy hablaré de vivir disimuladamente.
Ocultarse disimuladamente, pasar desapercibido y con ello lograr engañar al enemigo es una estrategia adaptativa, tanto para comer, como para no ser comido, esto es camuflarse
Si un organismo aparenta ser otro, es mimetismo; si adquiere los colores del fondo, es camuflaje o cripsis.
Además del color, hay una pieza más: la actitud. El movimiento indica vida, por tanto, una manera de pasar desapercibido es quedarse muy quieto. Con esta sencilla técnica, color y movimiento, los animales sobreviven a situaciones potencialmente letales. Hermosos ejemplos los proveen los búhos y lechuzas, quienes se pierden a la vista en troncos, piedras, cortezas y huecos de árboles, o peces en fondos arenosos o tigres en pastizales.
El tipo de camuflaje más llamativo es el de aquellas especies que pueden cambiar de color, así lo hacen los cefalópodos y los camaleones. Aunque sus mecanismos son distintos, ambos usan complejos sistemas de pequeños sacos de pigmentos llamados cromatóforos y micromusculación para cambiar rápidamente de color. Los pulpos y sepias tienen excelentes sistemas, más efectivos que los de los camaleones, ya que son capaces de cambiar de color y hasta de textura en cuestión de segundo. Algunos, como Thaumoctopus mimicus, son capaces de camuflarse en el fondo y mimetizarse, a la vez aparentando ser pequeños peces con los que atraen a sus presas hasta ellos. Su camuflaje es tan bueno que, muchas veces, sus víctimas nunca llegan a ver qué les atacó.
Entre los animales que mejor se camuflan esta el discreto Gecko de cola de hoja, o Uroplatus phantasticus, cuyo cuerpo parece, parte de restos vegetales, su cola especialmente, simula a la perfección una hoja seca y arrugada.
Las plantas también presentan técnicas de camuflaje, sencillas pero efectivas. Así lo muestran las Lithops salicola, una planta suculenta que se asemeja a una roca, evitando ser comida
Continuaremos…