Telescopio rectangular podría encontrar más rápido un ‘gemelo’ de la Tierra

Una revolución en la astronomía: una propuesta que supera las limitaciones ópticas actuales.

Telescopio rectangular podría encontrar más rápido un ‘gemelo’ de la Tierra

Telescopio rectangular podría encontrar más rápido un ‘gemelo’ de la Tierra

Un telescopio rectangular podría encontrar más rápido un ‘gemelo’ de la Tierra, en la búsqueda de planetas habitables más allá del sistema solar es uno de los grandes retos de la ciencia contemporánea. Desde que se confirmó la existencia del primer exoplaneta en 1992, se han catalogado miles de mundos orbitando otras estrellas. Sin embargo, localizar un verdadero “gemelo” de la Tierra —un planeta rocoso, de tamaño similar, en la zona habitable de su estrella— sigue siendo un desafío tecnológico. Los telescopios circulares, por más avanzados que sean, tienen limitaciones físicas para distinguir esos pequeños puntos azules perdidos en el resplandor estelar.

Para resolver este problema, un grupo de científicos del Rensselaer Polytechnic Institute y de la NASA propuso un diseño revolucionario: un telescopio rectangular. A diferencia de los tradicionales espejos circulares, este prototipo tendría una forma alargada, de aproximadamente 20 metros de ancho por 1 metro de alto, optimizada para la detección directa de exoplanetas en el espectro infrarrojo. Esta idea, aunque extraña a primera vista, responde a principios ópticos que aumentarían significativamente la resolución en una sola dirección, permitiendo separar la luz del planeta de la de su estrella.

La ventaja principal del diseño rectangular es que no depende de construir un espejo circular gigante —algo casi inviable con la tecnología actual por peso, tamaño y costo—, sino que aprovecha una geometría distinta para lograr resultados similares. El telescopio se colocaría en órbita y rotaría lentamente sobre su eje, capturando imágenes desde diferentes ángulos para luego recomponerlas digitalmente. Con este método, podría alcanzar resoluciones capaces de identificar planetas similares a la Tierra hasta en sistemas a 30 años luz de distancia.

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Los investigadores estiman que un telescopio rectangular de estas características podría detectar hasta 25 mundos habitables en un tiempo relativamente corto, lo que representaría un salto enorme frente a los instrumentos actuales. Mientras que el James Webb, con su espejo hexagonal de 6.5 metros, ya ha demostrado capacidades sorprendentes, no fue diseñado específicamente para esta tarea. El nuevo diseño apuntaría directamente a la caza de exoplanetas similares a la Tierra, optimizando tiempo y recursos.

Otro aspecto clave es la viabilidad. Los científicos aseguran que esta tecnología no requiere avances futuristas, sino que podría desarrollarse con técnicas actuales de construcción espacial y óptica. La diferencia radica en la forma, más que en inventar materiales completamente nuevos. Esto significa que, en teoría, un telescopio rectangular podría construirse en una escala de tiempo más corta y con costos más contenidos que un espejo circular masivo.

El proyecto también encaja en la visión de la NASA para el futuro. El programa Habitable Worlds Observatory, que busca construir el sucesor del Webb hacia la década de 2040, podría incorporar un diseño como este para acelerar la búsqueda de vida fuera de la Tierra. Si se logra, abriría la posibilidad de realizar estudios espectroscópicos que analicen la composición atmosférica de esos planetas, en busca de oxígeno, agua o metano como posibles biomarcadores.

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Más allá del aspecto técnico, el impacto cultural sería inmenso. Descubrir un verdadero “gemelo” de la Tierra transformaría nuestra visión del cosmos y respondería a una de las preguntas más antiguas de la humanidad: ¿estamos solos? El telescopio rectangular se presenta como una herramienta concreta para acercarnos a esa respuesta, mostrando que la innovación en ciencia muchas veces se logra cuestionando supuestos tan básicos como la forma de un espejo.

En un mundo obsesionado con la inmediatez, este proyecto recuerda que la paciencia científica rinde frutos. La forma del futuro, al menos en astronomía, podría no ser redonda, sino rectangular.

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