Selene en el cielo de diamantes

Más que inspiración de poetas, protectora de los enamorados y señora de la noche.

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Hablando de historia y otras cosas, ¿sabían ustedes que, por una sorprendente coincidencia, el tamaño de la Luna y la distancia a la que está de nuestro planeta, hacen que parezca del mismo tamaño que el Sol, y que eso es lo que permite la ocurrencia de eclipses espectaculares?

Qué tal, les saluda Lorena Careaga y hoy hablaremos de Selene, nuestro satélite, que es mucho más que inspiración de poetas, protectora de los enamorados y señora de la noche.

Selene

“¡Oh, Fortuna! Cambiante como la Luna”. Así rezan unos versos medievales, y ciertamente la apariencia de Selene cambia tan rápidamente que es este aspecto de mutabilidad su simbolismo más reconocido en diversas culturas de todos los tiempos.

Tiene ocho fases a lo largo de 29 días y medio, mismas que han permitido a la humanidad conocer los momentos propicios para plantar o cosechar ciertas plantas, hierbas medicinales y raíces, incluso cortar madera para casas y barcos.

El ciclo lunar rige el movimiento de todas las aguas planetarias, incluso las mareas internas de nuestro cuerpo, compuesto en más de un 90% de este preciado líquido. Gobierna, asimismo, la fertilidad, y por ello, la Luna parece haber tenido mayor preeminencia que el Sol en tiempos prehistóricos.

Símbolo

Tanto sus ciclos como la constante impermanencia de la Luna han sido equiparados con lo femenino. Selene simboliza el principio de pasividad y receptividad, lo oscuro y la noche, la energía Yin. Es la representación de la madre, de aquello que nutre, cuida y protege, de lo que es para nosotros la seguridad. También es la regente de los sentimientos, del inconsciente y la intuición, de los sueños y los mitos, del instinto y de las emociones más primarias.

En Selene se encuentra asimismo la paradoja de la vida y la muerte. Sus principales fases fueron comparadas, en la Grecia clásica, con las edades de la mujer: la joven virgen Artemisa o Diana, es la Luna nueva; la mujer en el esplendor de la vida, Selene, brilla plena en el cielo; y la anciana y misteriosa diosa del inframundo, Hécate, es la Luna negra que sabe de magia y hechizos, acompaña a los muertos en sus tumbas, hace aullar a los perros y anuncia la renovación de la vida.

 

Sigamos en contacto vía Twitter, en @lorenacaracol. Hasta la próxima

 

 

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