Para la cultura maya, la religión y economía eran una parte importante de su día a día. Enfocándonos en la primera, mayoría de sus actos giraban alrededor de ofrendas y sacrificios ofrecidas a los dioses de la naturaleza.
También, era una forma de venerar a los seres cercanos fallecidos, así como creían en la autoridad que los gobernaba. Las pirámides mayas, eran consideradas las tumbas de sus autoridades.
Así como se ha comprobado que al interior de los mismos, se ubica su tumba. En los tiros y ceremonias, contaban con un brujo que fungía como mediador.
Para los mayas, los cenotes eran considerados las puertas al inframundo. En dichos lugares realizaban sacrificios y enviaban ofrendas a los dioses. Mismas que consistían en humanos, oro, jade o artesanías.
El tipo de sacrificio y ofrenda, era determinado por la persona que la hiciera. Destacando que tenía Chaac (Dios de la Lluvia), Itzamná (Dios de los cielos), Ixchel (Diosa de la Luna), entre muchos otros.
Podríamos recapitular a manera general, que la religión maya se componía de tres grandes pilares:
- La creencia de venerar a más de un dios a la misma vez.
- El valor e importancia que le daban a la naturaleza bajo sus cuatro elementos: fuego, agua tierra y aire.
- Finalmente, creían en la existencia del bien y el mal por igual.
¿En qué consistía la economía maya?
La economía maya se componía de diversas formas. Sin embargo, una de las que más llamó la atención es el sistema de trueques. Intercambiaban artesanías hechas con sus propias manos, alhajas y hasta semillas a cambio de lo que necesitaban.
Su sistema económico se basaba en las esculturas y la agricultura, siendo esta segunda la que les permitía subsistir de mejor forma. Los campos de siembra, eran el punto fuerte de los mayas.
Al ser una de las culturas más organizadas, contaban con un sistema de cultivo que les permitía abastecer su comunidad y generar ingresos por medio de sus plantíos.
Las artesanías también jugaron parte fundamental de la economía maya, ya que vendían los productos de barro y las prendas textiles que ellos mismos fabricaban, mismas que daban como ofrenda, las comercializaban o intercambiaban por otros objetos.
Poco a poco, las ventas los catapultaron como una de las culturas que más rápido creció gracias a su sistema de calendarización, números, además de creencias y cultivos.