En tierras australianas, específicamente frente a la costa de Perth, se encuentra una pequeña joya natural: el quokka. Este simpático y diminuto mamífero, miembro de la familia de los canguros y walabíes, ha ganado el corazón del público internacional por su característica expresión facial que parece una sonrisa eterna.
Lo llaman el “animal más feliz del mundo”, no tanto por su estado anímico real, sino por su forma de rostro: un hocico que genera una apariencia genuinamente feliz, lo que ha provocado que muchos turistas acudan en tropel para fotografiarse con estos encantadores seres.
Los quokkas son nativos de Rottnest Island, una isla de aproximadamente 19 km² ubicada en Australia Occidental, y también habitan en Bald Island y algunas áreas continentales. El nombre “Rottnest” proviene de una confusión histórica: un navegante holandés del siglo XVII pensó que eran ratas y denominó al lugar “Rattennest” (nido de ratas).
Relaciones sociales, comportamiento y reproducción
- Se agrupan en comunidades diversas que pueden incluir desde unas pocas unidades hasta más de cien individuos, generalmente bajo la guía de un macho dominante.
- Son marsupiales nocturnos, aunque también pueden mostrarse activos durante el día, y viven 10 años en promedio.
- Las hembras cuidan a sus crías dentro de la bolsa durante unos seis meses y luego siguen alimentándose fuera de ella hasta completar su desarrollo temprano.
Apariencia y alimentación
- Tienen un tamaño que oscila entre 40 y 60 cm de longitud, y pesan entre 2,5 y 5 kg.
- Su pelaje es grisáceo o pardo, y poseen orejas redondeadas, patas potentes y una cola larga que además funciona como reserva de grasa, lo que les permite sobrevivir periodos de escasez de alimentos.
- Su dieta es herbívora: se nutren de hojas, tallos, cortezas, bayas y hierbas, y pueden obtener buena parte del agua necesaria directamente de su alimentación, lo que les permite pasar varios días sin beber.
Popularidad viral y riesgos consecuentes
Aunque muchos turistas acuden para tomarse selfies, esta moda ha tenido un impacto contraproducente. Los quokkas, por su carácter confiado, suelen acercarse voluntariamente, pero la interacción constante –sobretodo el uso de flash y el manejo indebido– les provoca estrés físico y psicológico.
Se han implementado estrictas normas de protección en Australia: se prohíbe tocarlos o alimentarlos, están vigentes multas para quienes violen estas reglas, y en algunas plataformas digitales aparecen avisos que recuerdan el bienestar animal al buscar el hashtag #quokkaselfie.
Amenazas ambientales y estado de conservación
Esta especie vulnerable enfrenta serias amenazas: depredadores introducidos como zorros y gatos, incendios forestales, pérdida de hábitat por desarrollo humano, y el efecto del turismo masivo.
A pesar de su encantadora sonrisa, no debemos olvidar que se trata de un animal salvaje en necesidad de protección activa, no de un accesorio para fotos.
El quokka, con su imagen de “animal feliz”, refleja la belleza y vulnerabilidad de la vida silvestre. Esta combinación de carisma y fragilidad resalta la importancia de respetarlos, preservarlos y admirarlos sin perturbarlos. Nuestra fascinación por su sonrisa debe ir de la mano con responsabilidad ambiental.
Deja un comentario Cancelar respuesta