“Pirámides entre ceibas” Chacchoben y su historia milenaria que pocos conocen

Chacchoben, en Quintana Roo, es un sitio maya rodeado de ceibas y selva. Su nombre, “lugar del maíz rojo”, evoca su legado agrícola.

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Chacchoben, en Quintana Roo, es un sitio maya rodeado de ceibas y selva. Su nombre, “lugar del maíz rojo”, evoca su legado agrícola.

Fundado alrededor de 200 a.C., alcanzó su apogeo entre 600 y 900 d.C. Fue un centro ceremonial y comercial en la región sur.

La Gran Basamento, su estructura principal, destaca por sus pirámides escalonadas. Los altares sugieren rituales ligados al sol y la fertilidad.

El sitio, redescubierto en 1972, conserva plazas y templos. Su diseño refleja la conexión maya con la astronomía y la naturaleza.

En medio de la densa selva del sur de Quintana Roo, protegida por enormes ceibas y rodeada de naturaleza virgen, se levanta Chacchoben, una de las zonas arqueológicas más enigmáticas y poco conocidas de la civilización maya. Su nombre significa “el lugar del maíz colorado”, y aunque no es tan famosa como Tulum o Cobá, resguarda secretos milenarios que apenas comienzan a revelarse.

Ubicada a tan solo 50 kilómetros de Bacalar y cerca de la costa de Mahahual, Chacchoben fue redescubierta oficialmente por el INAH en 1972, aunque ya era conocida por campesinos locales desde la década de 1940. No fue sino hasta 2002 que fue abierta al público, convirtiéndose poco a poco en un referente del turismo cultural en el sur del estado.

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Chacchoben cuenta con senderos que integran la selva. Los visitantes pueden observar monos araña y aves exóticas durante el recorrido.

El INAH abrió el sitio al público en 2002. La entrada cuesta 85 pesos, con guías locales que narran su historia milenaria.

En X, los turistas comparten fotos de las pirámides entre ceibas. El hashtag #Chacchoben resalta su misticismo y tranquilidad.

El Tren Maya, con una estación cercana, impulsa el turismo. Se espera que Chacchoben gane popularidad en 2025.

Entre sus estructuras más destacadas se encuentra el Templo Uno, una imponente pirámide de varios niveles, junto con el Templo 24 y la Gran Plaza, donde aún se observan altares y estelas cubiertas por siglos de historia. Algunas de estas edificaciones conservan vestigios del pigmento rojo con el que los mayas solían pintar sus templos.

La arquitectura de Chacchoben muestra influencia del estilo Petén, característico de ciudades antiguas como Tikal, y se estima que tuvo su apogeo entre los años 600 y 900 d.C., aunque las primeras ocupaciones datan del 200 a.C.

Lo que hace única a esta zona arqueológica no es solo su legado arquitectónico, sino su entorno natural. Chacchoben está envuelta en un ecosistema selvático donde abundan monos aulladores, aves tropicales, iguanas y árboles sagrados como la ceiba, considerada por los mayas como el eje del universo.

Caminar entre sus senderos es adentrarse en un espacio donde el tiempo parece suspendido, con la naturaleza y la historia conviviendo en equilibrio.

A diferencia de Chichén Itzá, Chacchoben ofrece una experiencia íntima. Es ideal para quienes buscan historia sin multitudes.

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