En un intento por combatir la obesidad, uno de los problemas de salud pública más graves en Estados Unidos, el gobierno de Joe Biden ha propuesto incluir medicamentos como Ozempic en los programas sociales de salud.
Esta iniciativa busca facilitar el acceso a tratamientos efectivos que podrían mejorar la calidad de vida de millones de personas, aunque su implementación dependerá de la próxima administración, liderada por Donald Trump.
Según la Casa Blanca, el objetivo es que los estadounidenses puedan tomar decisiones informadas junto a sus médicos, sin que el costo de los medicamentos sea una barrera. Además, la propuesta busca reducir los gastos de atención médica a largo plazo, mejorando la salud general de la población.
¿Qué es el Ozempic?
Ozempic, desarrollado por la farmacéutica danesa Novo Nordisk en 2012, es un medicamento basado en la semaglutida, originalmente diseñado para tratar la diabetes tipo 2. Sin embargo, su capacidad para inducir la pérdida de peso lo ha convertido en una herramienta valiosa para tratar la obesidad.
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El fármaco actúa regulando los niveles de glucosa en sangre y favoreciendo la liberación de insulina, una hormona clave en el control de la glucosa. Además, estimula la regeneración de células beta del páncreas y reduce el apetito, contribuyendo al control del peso.
A pesar de sus beneficios, Ozempic no está exento de riesgos. Entre los efectos secundarios graves se incluyen tumores en la tiroides, pancreatitis y problemas renales. También puede provocar hipoglucemia, trastornos en la vesícula biliar y reacciones alérgicas graves.
Los efectos secundarios más comunes son gastrointestinales, como náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal y estreñimiento, aunque estos suelen desaparecer con el tiempo.
¿Ozempic en los programas de salud de EUA?
El costo de incluir Ozempic y medicamentos similares en los programas sociales de salud será alto, lo que ha generado un debate sobre la viabilidad económica de la propuesta. A pesar de las críticas, la Casa Blanca insiste en que el gasto inicial podría compensarse con una reducción en los costos médicos a largo plazo.
La implementación de esta medida representaría un avance significativo en la lucha contra la obesidad, aunque su futuro dependerá del respaldo de la próxima administración y del compromiso de equilibrar los beneficios para la salud con los desafíos financieros que implica.
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