En México se vislumbra una transformación significativa en el mundo laboral: el país planea reducir la jornada semanal de trabajo desde las 48 horas actuales hasta las 40 horas para el año 2030. Este cambio, largamente esperado por trabajadores y especialistas, representa no solo una modificación del tiempo dedicado al empleo, sino también una apuesta por una mejor calidad de vida. En contraste, en el vecino país de Canadá ya se ha normalizado la semana laboral de 40 horas en la mayoría de sus jurisdicciones, y además el salario mínimo en muchas provincias equivale a más de 200 pesos mexicanos por hora, lo que expone una brecha notable entre ambos países.
El plan mexicano, impulsado por la Claudia Sheinbaum y su gobierno, estipula un calendario gradual de disminución de la jornada laboral: en 2026 se pasará a 46 horas semanales; en 2027 a 44 horas; en 2028 a 42 horas; en 2029 a 41 horas; y finalmente, en 2030, se alcanzará la meta de 40 horas. Esta progresión busca evitar impactos abruptos en las empresas y facilitar la adaptación de todos los implicados.
Mientras tanto, Canadá funciona bajo normas laborales que establecen claramente la semana de 40 horas como estándar en la mayoría de sus provincias —en el ámbito federal y en varias jurisdicciones— aunque existen excepciones dependiendo del sector y la región. Por ejemplo, en la provincia de Ontario se permite que la jornada sin horas extra se extienda hasta las 44 horas, mientras que en otras provincias el límite está fijado en 40 horas. Las leyes canadienses también contemplan pagos de horas extra a partir de esa pauta.
En ese mismo país del norte, el valor de cada hora de trabajo tiene un reflejo significativo en el salario mínimo: mientras que en México, con una jornada de 48 horas semanales, el salario mínimo diario equivale a unos 7 467 pesos mensuales (aproximadamente 31 pesos por hora). En Canadá, por su parte, el salario mínimo ronda los 16 dólares canadienses por hora, lo cual equivale a más de 200 pesos mexicanos, lo que coloca al trabajador canadiense en una posición de mayor valorización de su tiempo laboral.
Sin embargo, esta comparación no solo evidencia diferencias numéricas, sino que también abre una conversación sobre productividad, bienestar y sostenibilidad. Reducir la jornada a 40 horas no garantiza automáticamente mejores condiciones si no se acompaña de mejoras en capacitación, tecnología, regulación eficaz y cultura laboral que favorezca la eficiencia. En ese sentido, la experiencia canadiense sugiere que la combinación de horas razonables, salario digno y reglas claras puede ser compatible con crecimiento económico, siempre y cuando se le dé seguimiento serio.
En síntesis, mientras México inicia un camino de ajuste hacia una jornada laboral de 40 horas con un horizonte para 2030, Canadá ya opera bajo ese estándar desde hace años con mejores condiciones salariales por hora. Esta realidad plantea un desafío: no se trata únicamente de acortar el tiempo de trabajo, sino de garantizar que ese cambio se traduzca en mayor calidad de vida, respeto al trabajo y valorización de quienes lo realizan. A fin de cuentas, el objetivo es que el tiempo dedicado al empleo no se convierta en un obstáculo para la vida personal, sino que permita un equilibrio auténtico entre labor y descanso.

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