Hablando de historia y otras cosas, ¿sabían ustedes que, a fines del siglo XIX, una mujer recorrió más de tres mil kilómetros por todo México, muchos de ellos a lomo de mula?
Qué tal, les saluda Lorena Careaga y hoy hablaremos de la estadunidense Marie Robinson Wright, conocida en su tiempo como “la mujer que más ha viajado”.
Cuando enviudó en 1886, Marie entró a trabajar a un diario de Atlanta, y luego como corresponsal especial para el periódico neoyorquino World. A partir de ese momento comenzaron sus periplos por todo el continente. Recorrió tres veces Sudamérica, realizando cinco travesías de los Andes, una de las cuales sentó un récord, y fue registrando sus observaciones en distintos artículos y publicaciones.
Visitó México por primera vez en 1892 y volvió repetidas veces – según decía – por “un impulso de amor y admiración”. El resultado fue México Pintoresco, publicado en 1897, donde plasmó la situación política y económica de cada estado de la República, pues los visitó todos, así como su historia, vida social, industrial y cultural de aquellos momentos.
Asistió a las fiestas del Centenario de la Independencia en 1910 y fue condecorada por el Presidente Díaz, quien le otorgó la ciudadanía honoraria. En ese mismo año publicaría México: una historia de su progreso y desarrollo en cien años.
Marie Robinson Wright era, sin duda, una mujer empoderada, valiente, adaptable y sin temor a las incomodidades; una feminista que creía en “la nueva mujer”, es decir, aquella que vivía, trabajaba y se comportaba en igualdad de circunstancias que los hombres. Le enorgullecía decir que había viajado sola por todos esos caminos, únicamente en compañía de su hija Ida, quien hacía las veces de intérprete.
Cuando visitó Yucatán, llegó en sus recorridos hasta Valladolid, una ciudad casi despoblada y en ruinas. Pudo darse cuenta de la enorme destrucción que había provocado la Guerra de Castas y del temor que aún inspiraban los mayas sublevados, en control de la porción oriental de la península.