Los abismos, 3° parte

Otra especie que se considera un hallazgo del abismo es el molusco Neopilina, que posee características de gusano, de molusco y de artrópodo.

Porque la vida es lo más importante hoy hablaré de la vida en los abismos, 3° parte.

En ausencia de luz solar y por lo tanto de plantas, los animales de las grandes profundidades se comen unos a otros o se alimentan de cadáveres,  los peces, se han adaptado a la falta de alimento desarrollando enormes bocas con mandíbulas provistas de afilados dientes, que, como dagas, se hunden en sus presas. Tienen un estómago inmenso, dilatable, y capaz de engullir presas de tamaño descomunal, incluso mucho mayores que ellos mismos. Hay algunos peces que sólo parecen ser cabeza y mandíbulas; hay otros con dientes tan enormes que no les caben dentro de la boca y quedan fuera de ella cuando sus mandíbulas se cierran. La idea es aprovechar todo cuanto cae de capas superiores o se acerque, porque no se sabe cuánto se tardará en llegar la siguiente comida.

Dos especies abisales se distinguen de entre las formas agresivas, una; es la hermosisima esponja de mar Euplectella o regadera de Filipinas, que tiene un esqueleto constituido por agujas y filamentos de sílice entrelazados, dando la apariencia de vidrio translúcido finamente hilado. Euplectella soporta presiones que convertirían al instante un automóvil en una lámina aplastada.

Otra especie que se considera un hallazgo del abismo es el molusco Neopilina, que posee características de gusano, de molusco y de artrópodo. Es parecido con un fósil llamado Pilina, extinto hace más de 560 millones de años. Algunos autores han denominado a las especies de Neopilina «gusanos-caracoles», para indicar que son eslabones de unión y ancestro común  entre dos grupos animales, que actualmente ya están separados y son muy distintos.

Paradójicamente en la obscuridad del abismo se ha encontrado nueva y potente luz sobre uno de los aspectos fundamentales de la biología: la evolución.

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