La vida en los hatos chicleros

Por Lorena Careaga

 

Hablando de historia y otras cosas, ¿sabían ustedes que en 1929, a instancias del presidente Emilio Portes Gil, una comisión encabezada por Moisés Sáenz, Subsecretario de Educación, visitó Quintana Roo? ¿Y que su propósito era “dar a conocer íntimamente el Territorio” y “situarlo en el horizonte de la conciencia pública” antes de que un afán de organización territorial y administrativa lo desmembrara?

 

Que tal, les saluda Lorena Careaga y hoy hablaremos de algunos aspectos de la vida de los chicleros, descrita por el destacado político y periodista Ramón Beteta, miembro de dicha comisión, a raíz de su estancia en Chacchoben.

 

Durante siete meses al año, los chicleros trabajaban en pequeños grupos y vivían hatos o campamentos en medio de la selva, donde guardaban sus herramientas, procesaban el latex que extraían del árbol del chico zapote y lo preparaban para su exportación.

 

La riqueza originada por la producción chiclera auspició la importación de las más variadas mercancías destinadas a los hatos: pistolas, escopetas, municiones,  pólvora, máquinas de coser, molinos de maíz y de carne, linternas, fonógrafos, whiskey, laterías, cigarrillos, sal, azúcar, calzado, telas, y hasta sedas y bisutería.

 

No obstante esta abundancia, la existencia de los chicleros era incierta y arriesgada. Con un machete curvo, perforaban la corteza del árbol en canales entrecruzados, comenzando por su base. Conforme avanzaban en su tarea, debían ir ascendiendo, amarrándose al tronco y ayudándose de espolones de metal fijados a las pantorrillas. El riesgo de caer desde aquellas alturas era enorme, ya que por cansancio o distracción podían cortar la cuerda que los sostenía. O podían ser picados por la peligrosa mosca chiclera, además de tener que lidiar con la amenaza latente de víboras y felinos.

 

Según escribió Beteta, esa vida les había dado a los chicleros “una psicología de hombres libres, aunque indisciplinados”. Sin embargo, organizados como cooperativa en Chacchoben, habían podido prescindir de intermediarios y sus marquetas o bloques de chicle solidificado eran adquiridas directamente por el agente de las compañías estadunidenses.

 

Sigamos en contacto vía Twitter, en @lorenacaracol. Hasta la próxima.

 

 

 

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