La población maya durante la Guerra de Castas

Cómo afectó la Guerra de Castas a la población maya de la Península.

Por Lorena Careaga

Hablando de historia y otras cosas, ¿saben ustedes cómo afectó la Guerra de Castas a la población maya de la península que no participó directamente en el combate?

Que tal, les saluda Lorena Careaga y hoy hablaremos de los habitantes de los pueblos, los campesinos, los peones acasillados de las haciendas y la población urbana, quienes aún con toda la carga laboral y económica que pesaba sobre sus hombros, no se levantaron en armas, pero sufrieron también los estragos de la contienda.

Cuando hablamos de la Guerra de Castas, casi siempre nos enfocamos en los mayas rebeldes de Chan Santa Cruz, pero pocas veces consideramos a quienes la rebelión sorprendió del lado yucateco, donde permanecieron voluntariamente o forzados por las circunstancias.  Muchos fueron reclutados a la fuerza y no pocos acabaron siendo enviados a Cuba, junto con sus familias, en calidad de esclavos. Otros recurrieron al exilio en la vecina colonia inglesa, y otros más retornaron posteriormente para repoblar los lugares abandonados.

Numerosas familias fueron obligadas a dejar sus comunidades para ser reubicadas dentro del territorio controlado por el gobierno yucateco, sometidas a campañas de reclutamiento, trabajos forzados y confiscación de tierras y de alimentos, para evitar que se aliaran a los sublevados. Algunos trataban de sobrevivir, dispersos en pequeños caseríos en lugares remotos, para evitar que el cobro de impuestos o el servicio militar; otros tantos regresaron a tratar de reconstruir su vida en las ruinas de sus comunidades, pues aún en medio de la guerra, la vida cotidiana continuaba.

El viajero francés Desiré Charnay se sorprendió de que en un pueblo dilapidado como era Dzitás en 1860, sus escasos habitantes quisieran organizar un baile. “Bailamos y muy a menudo” – le respondieron. “Es verdad que nuestra existencia es sobresaltada y no sabemos la víspera si nos volveremos a ver al día siguiente, pero bailamos. Ya que la vida es triste y efímera, preciso es alegrarla”.

Muchos de estos mayas, no obstante, se mantuvieron en contacto activo con los rebeldes, comerciaban con ellos, les servían de espías, correos e informantes, los proveían de armas y alimentos, y participaban en festividades religiosas y reuniones familiares.

 

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