Según la neurociencia, el amor es un sentimiento intenso que, en su forma más apasionada, tiene un efecto que dura solo alrededor de 15 meses. Este apasionamiento inicial, relacionado con la liberación de hormonas como la noradrenalina, la dopamina y la oxitocina, crea una sensación de euforia, palpitaciones y una intensa atracción hacia la pareja. Sin embargo, con el tiempo, este “flechazo” disminuye gradualmente.
El amor en los tiempos de la Neurociencia
La neurocientífica Sara Teller, en su ensayo “Neurocuídate”, explica que la noradrenalina, una de las hormonas liberadas en el enamoramiento, provoca una serie de respuestas fisiológicas, como taquicardia, palpitaciones, aumento de la presión sanguínea, entre otras.
Esto también puede causar ansiedad, ya que las personas enamoradas experimentan altos niveles de cortisol, la hormona del estrés. Estos síntomas físicos, a menudo percibidos en el corazón, podrían explicar por qué se dice que el amor se encuentra allí en lugar del cerebro.
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El hecho de que el enamoramiento tenga una duración limitada podría ser una cuestión de supervivencia. La neurocientífica Helen Fisher sostiene que, después de 12 a 15 meses de enamoramiento, el “chute” de hormonas disminuye, permitiendo que el cerebro recupere su actividad normal.
Esto proporciona una visión más clara de la pareja y permite que se desarrolle un amor más sereno y sostenible.
Superada la fase inicial de la relación, la bioquímica del cerebro cambia nuevamente. La dopamina y la noradrenalina disminuyen, lo que se refleja en una reducción de la pasión. Sin embargo, esto no conduce necesariamente a la apatía; en cambio, abre la puerta a un amor más maduro y estable.
En esta fase, la liberación de oxitocina, conocida como la hormona de la confianza o el apego, se convierte en un componente fundamental. Se produce al estar en contacto con las personas queridas y desempeña un papel importante en el fortalecimiento de los lazos emocionales.
Para mantener la pasión en una relación a largo plazo, es esencial mantener activas la testosterona y la dopamina en el cerebro. La primera se estimula con una vida sexual activa, mientras que la dopamina, relacionada con el placer, puede aumentarse realizando actividades emocionantes en pareja.
Cambiar las rutinas, participar en conversaciones significativas, embarcarse en proyectos comunes y compartir el sentido del humor son algunas de las formas de mantener viva la chispa del amor.
Si bien el enamoramiento inicial puede ser abrumador y emocionante, la ciencia nos dice que, con el tiempo, el amor puede evolucionar hacia una conexión más profunda y duradera. Aunque el enamoramiento puede durar solo 15 meses, lo que sigue después tiene el potencial de convertirse en un amor a largo plazo basado en la confianza, la admiración y la intimidad emocional.
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La ciencia ofrece una perspectiva valiosa sobre la naturaleza del amor y cómo evoluciona con el tiempo, recordándonos que el amor no se trata solo de emociones intensas, sino de construir una conexión significativa a lo largo de la vida.