La morada de la muerte

El inframundo ha variado según el tiempo y el lugar, según cada pueblo y cultura del planeta.

Por Lorena Careaga

Hablando de historia y otras cosas, ¿sabían ustedes que el inframundo ha variado según el tiempo y el lugar, según cada pueblo y cultura del planeta?

Que tal, les saluda Lorena Careaga y hoy hablaremos de la morada de la muerte.

En los albores de la humanidad, el inframundo no tenía nada que ver con el bien o el mal, ni con los premios ni los castigos. Era simplemente el lugar de reunión y permanencia de los muertos. Ya los hombres de Cromañón creían que las cavernas eran la entrada a ese mundo lóbrego: “la morada de los muertos”, como también lo concebían los antiguos hebreos.

Para los griegos, en cambio, en el Hades se mezclaban dioses, héroes y humanos, quienes podían acceder a él sin haber muerto e incluso traer de regreso a la tierra a algún pariente o amigo. En ese lugar sombrío, lleno de brumas, inicia la idea de que los seres humanos deben ser juzgados tras su muerte y recompensados o castigados, quedándose ahí para siempre.

En La Eneida, Virgilio describe con mayor detalle el infierno, al cual se llegaba cruzando el río Aqueronte. El barquero cobraba una moneda a las almas para conducirlas a la otra orilla, donde el Can Cerbero, el perro de tres cabezas, custodiaba la entrada. Era un infierno divido en mansiones según las faltas cometidas, imagen que fue superada y enriquecida magistralmente por Dante, en La Divina Comedia.

¿Cómo era el inframundo para los mayas antiguos? La entrada al oscuro y frío mundo de los muertos, llamado Xibalbá o Mitnal, se ubicaba simbólicamente en las fauces del cocodrilo primordial o monstruo de la tierra. Los umbrales naturales que conducían a su interior eran cuevas, cenotes, lagos, cráteres y hormigueros, aunque había también portales elaborados por los seres humanos en ciertos templos de nueve niveles, como el Templo de las Inscripciones de Palenque y el Templo I de Tikal. Incluso en las canchas del juego de pelota se reproducía el espacio geográfico del Mitnal.

Éste se encontraba poblado por toda clase de seres de la noche, descarnados unos, productores de enfermedades otros, enanos, dioses viejos del caos y la regeneración, y una diversidad de animales relacionados con la oscuridad y la muerte. Ésta, en un perfecto vaivén y complemento, era tan sagrada como la vida misma.

 

Fuente: Roberto Romero Sandoval (2017). El inframundo de los antiguos mayas. México: UNAM, Instituto de Investigaciones Filológicas, Centro de Estudios Mayas.

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