La herencia de los abuelos

La rica herencia intangible que recibimos de nuestros ancestros, la valiosa memoria familiar y comunitaria, que es el sostén de nuestra identidad.

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Hablando de historia y otras cosas, ¿sabían ustedes que nuestros ancestros han sido y siguen siendo quienes construyen la memoria colectiva y la identidad de la sociedad en la que vivimos?

Que tal, les saluda Lorena Careaga y hoy hablaremos de la tradición oral, ese importante patrimonio intangible que generalmente está en manos de los mayores de la tribu, es decir, de los abuelos de la familia.

La tradición oral es una expresión cultural que se transmite de generación en generación, con el propósito de preservar y difundir historias, conocimientos y experiencias a nuestros descendientes. La forma de hacerlo es muy variada; seguramente hemos escuchado a padres y abuelos relatar anécdotas familiares; darnos recetas de cocina y remedios caseros; enseñarnos juegos, adivinanzas y poemas aprendidos en su niñez, así como canciones, refranes, cuentos, mitos, costumbres, leyendas, y la propia historia familiar y colectiva.

En general, esos mensajes o testimonios se transmiten verbalmente, aunque a veces tenemos la fortuna de que alguien los haya puesto por escrito. Hay quienes registran sus memorias, guardan fotos, conservan diferentes tipos de documentos, como cartas, diarios u objetos, y con ello preservan esos recuerdos y las tradiciones que los acompañan.

 

Para ayudar a su conservación y transmisión, la tradición oral suele ser sencilla, en cuanto al fondo y a la forma. No es convencional ni artifical, sino que es una expresión espontánea de un sentir general. Asimismo, es breve, para que se pueda captar y recordar fácilmente. Es anónima, es decir, carece de un autor único, pues refiere los recuerdos, experiencias y testimonios de muchas personas, acumulados a través del tiempo. También es verdad que contiene muchas variantes y versiones, pues al reproducirse en infinidad de ocasiones y depender de la memoria humana, es lógico que vaya modificándose con el paso de los años.

Hoy nos toca a nosotros continuar alimentando y transmitiendo a hijos, nietos y bisnietos, la rica herencia intangible que recibimos de nuestros ancestros, la valiosa memoria familiar y comunitaria, que es el sostén de nuestra identidad.

 

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