La consumación de la independencia

Agustín de Iturbide, un personaje cargado de contradicciones durante la independencia.

Por Lorena Careaga

Hablando de historia y otras cosas, ¿sabían ustedes que la consumación de la independencia fue el producto no solo de una coyuntura política sino de las habilidades de un personaje cargado de contradicciones, llamado Agustín de Iturbide?

 

Que tal, les saluda Lorena Careaga y hoy hablaremos de los eventos ocurridos tras la muerte de Morelos en 1815, en una Nueva España devastada y empobrecida.

 

Después de diez años de lucha, tanto peninsulares como criollos anhelaban la independencia, pero por razones muy distintas. En 1820, el alto clero, los españoles y los criollos mineros y latifundistas vieron el momento oportuno para conseguirla, sin necesidad de introducir la libertad y las reformas sociales que abanderaban los insurgentes, y escogieron al coronel criollo Agustín de Iturbide para llevar a cabo estos propósitos. No contaban, sin embargo, con que Iturbide tenía su propia agenda: para él, la independencia sólo sería posible si se unían en un solo cuerpo los insurgentes y el ejército realista.

 

Por la vía diplomática, Iturbide se ganó la amistad de los jefes insurgentes a quienes antes había combatido, entrevistándose con Vicente Guerrero en el poblado de Acatempan. Hábilmente, Iturbide formuló el Plan de Iguala, o de las Tres Garantías: religión, unión e independencia, al cual también se adhirieron los jefes del ejército realista, entre ellos Anastasio Bustamante y Antonio López de Santa Anna. En marzo de 1821, el virrey Apodaca declaró a Iturbide fuera de la ley, pero cuatro meses después fue sustituido por Juan O’Donojú, a quien Iturbide propuso: “Desatemos el nudo sin romperlo”.

La fecha de nacimiento del país independiente llamado México, es el 28 de septiembre de 1821, cuando la Junta Provisional Gubernativa, compuesta de 38 miembros, entre los cuales no había un solo insurgente, promulgó el Acta de Independencia del Imperio Mexicano. Un día antes, el 27, Iturbide había entrado triunfalmente en la capital a la cabeza del Ejército Trigarante.

 

Más que una traición, Iturbide cometió, a partir de ese momento, una serie de errores políticos. Si en lugar de erigirse emperador, hubiera permanecido como Regente, gobernando con ayuda del Congreso, probablemente no sería considerado un traidor, sino un héroe, y no habría sido ejecutado en Tamaulipas por un pelotón federalista.

 

 

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