La historia política del estado de Quintana Roo no puede contarse sin mencionar a Jesús Martínez Ross, el hombre que tuvo el honor de convertirse en el primer gobernador constitucional de la joven entidad. Con un estilo cercano y siempre acompañado de un toque de humor, solía resumir su paso por el gobierno con una frase que quedó grabada en la memoria de muchos: “Cogoberné con el Muñeco”.
Aquella expresión hacía referencia a Pedro Joaquín Coldwell, uno de sus más cercanos colaboradores en esa etapa inicial del estado y quien posteriormente sería su sucesor en el cargo. Con estas palabras, Martínez Ross reconocía no solo el trabajo en equipo, sino también la importancia de rodearse de personas comprometidas con la construcción de un Quintana Roo que apenas empezaba a dar sus primeros pasos.
El reto de gobernar un estado en formación
El periodo de gobierno de Jesús Martínez Ross abarcó de 1975 a 1981, años en los que Quintana Roo todavía era un territorio con enormes carencias. Muchas comunidades carecían de servicios básicos, familias enteras dependían del agua de pozo para sobrevivir y los recursos financieros eran tan limitados que, como él mismo decía, había que recurrir a la imaginación y la terquedad para que el presupuesto alcanzara.
En ese escenario tan complejo, contar con un equipo sólido y comprometido resultaba indispensable. Por ello, el gobernador nunca dejó de subrayar la participación de Pedro Joaquín Coldwell en la toma de decisiones, un apoyo que definía como una cogobernanza que permitió sacar adelante los primeros proyectos de infraestructura y organización administrativa del nuevo estado.
La disciplina como regla de vida
Poco antes de su fallecimiento, a los 91 años de edad, Martínez Ross compartió en una entrevista con la Sociedad Andrés Quintana Roo las máximas que marcaron su trayectoria política y personal. Con su característico estilo directo, señaló: “No te emborraches, no andes con mujeres, no vayas a la iglesia. Cuídate porque del plato a la boca se cae la sopa. Fui disciplinado”.
Ese sentido de disciplina, que él mismo consideraba su mayor fortaleza, se reflejó en la creación de importantes instituciones que siguen siendo fundamentales para el estado, como el Instituto Tecnológico de Chetumal, la Secretaría de Turismo, el Congreso local y los primeros ayuntamientos constitucionales. De esta manera, su legado institucional aún permanece vivo en la estructura política y social de Quintana Roo.
Alicia Márquez, compañera inseparable en la vida y el servicio social
La historia de Martínez Ross no puede contarse sin mencionar a su esposa, Alicia Márquez, quien desempeñó un papel clave en los proyectos sociales del estado. Desde la dirección del Instituto Mexicano de Protección a la Infancia —antecedente de lo que más tarde se convertiría en el DIF—, organizó kermeses, desayunos comunitarios y diversas actividades con el objetivo de recaudar fondos.
Gracias a ese esfuerzo, fue posible financiar obras que parecían imposibles ante la falta de recursos, como la construcción de fosas sépticas en comunidades marginadas. Alicia solía repetir una frase que reflejaba la filosofía de la pareja: “Donde no había dinero, había voluntad”. Su muerte en 2020 dejó un vacío, pero también un ejemplo de compromiso social que marcó a muchas familias quintanarroenses.
Un gobernador con rostro humano
Nacido en Payo Obispo, hoy conocido como Chetumal, Martínez Ross asumió con orgullo el hecho de ser el primer gobernador electo democráticamente en Quintana Roo. “Fui el primer gobernador electo; después de eso no puede haber algo mejor”, afirmaba con satisfacción.
Lejos de la solemnidad del cargo, en lo privado era un hombre con un gran sentido del humor. Sus familiares lo recuerdan por frases cargadas de picardía que lograban aligerar los momentos de tensión. Una de las más recordadas fue aquella con la que tranquilizaba a su esposa ante la llegada de un nuevo hijo: “¡Resígnate, mujer!”.
Despedida entre solemnidad y anécdotas
Este lunes 15 de septiembre, en el Congreso del Estado, frente al mural que narra la historia de Quintana Roo, se le rindieron honores solemnes. Entre discursos y recuerdos, no solo se destacó su papel político, sino también al hombre que siempre tenía una anécdota lista para arrancar sonrisas.
Con su partida, Quintana Roo se despide de una figura clave en su historia: el primer gobernador electo en una época en la que las elecciones estaban altamente dirigidas y en la que la disciplina era la principal virtud exigida a los políticos. Tal como señalaron los creadores del Himno de Quintana Roo, la tenacidad fue una de sus mayores virtudes, y esa misma tenacidad es la que define hoy el legado de Jesús Martínez Ross.
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