El 7 de octubre las alarmas en el sur de Israel sonaron a las 6:30 de la mañana. Clara Marman, su pareja Luis Har, y tres familiares más se encontraban dormidos en el kibbutz Nir Yitzhak.
“Habíamos estado de celebración, y yo les pedí quedarse a dormir en mi casa”, explicó Clara sobre ese sábado. Su hermana Gabriela y su hija Mia vivían en Jerusalén.
Al escuchar las alarmas pensaron que era algo “relativamente normal”, disparos de cohetes desde la Franja de Gaza.
“Yo incluso pensé: ‘Durará 10 minutos y le diré a todos que regresemos a dormir un rato más’. Pensaba que tendríamos un sábado espectacular”, recordó Clara de visita en Ciudad de México.
Pero cuando encendieron la televisión y comenzaron a recibir mensajes en sus celulares de vecinos que alertaban de la presencia de terroristas se dieron cuenta de lo grave de la situación.
Se escondieron en el refugio antibombas, pero eventualmente los combatientes de Hamas llegaron y comenzaron a disparar. Clara, quien había sido por años maestra en un jardín de niños, le había dicho al grupo que se tiraran al suelo, así lograron esquivar las balas. Fueron tomados por los terroristas y secuestrados en dos grupos. Clara y Luis en uno, y los hermanos de ella, Fernando y Gabriela, así como Mia, en otro.
“Eran las 11:22 de la mañana”, recuerda Luis, pues en la salida del kibbutz alcanzó a ver la hora en las cámaras de videovigilancia. Habían pasado ya cinco horas desde que Hamas inició la invasión, aun así las Fuerzas de Defensa de Israel no lograron impedir el secuestro de esta familia.
Los subieron a camionetas Toyota blancas y los llevaron a Gaza.
“Nos metieron a un túnel”, recordó Luis, al dar su testimonio en el evento organizado por la comunidad judía en México en la sinagoga Ramat Shalom.
“Llegamos a estar cerca de 40 metros bajo tierra, en la oscuridad completa”.
Luis trataba de no separarse de Clara y ayudarla a pasar por el camino.
“Era todo arena, estaba lleno de cables”, recordó ella.
Los terroristas de Hamas, dijo la pareja, les preguntaron si eran judíos.
“Respondimos que eramos argentinos. ‘Messi, Messi’, les dijimos”, narró Luis, “pero ellos no distinguieron entre unos y otros”.
Luis llegó a Israel procedente de Argentina en 1971, y Clara 10 años después. Ahí se conocieron.
En el túnel, la pareja subió una escalera y de repente vieron luz. Llegaron a un lugar que describen como un gallinero, en donde había pavos, y estaban también Gabriela, Mia y Fernando.
Era una casa, recuerdan. Les llevaron ropa, niqab para las mujeres, esta vestimenta musulmana que oculta el cabello y rostro y sólo deja a la vista los ojos.
La pareja relató que durante su tiempo en cautiverio fueron “cuidados” por cinco hombres.
“Entre nosotros hablábamos español, y les pusimos nombre a cada uno para referirnos a ellos”, recordaron.
A uno le apodaron “Dueño de Casa”, y fue con quien más tuvieron comunicación. Los integrantes de Hamas hablaban árabe, un poco de hebreo y un poco de inglés. Así fue como lograron comunicarse.
Sobre ellos, Clara recuerda que cuando los vieron en su kibbutz parecían drogados, con las pupilas completamente dilatadas. Y cuando los llevaron a Gaza “el primer día estaban muy contentos” por lo que Hamas había logrado ese 7 de octubre.
En ningún momento, esta familia rehén sufrió violencia física por parte de sus secuestradores, pero sí violencia psicológica, acotaron. Les decían que no estaba en el interés del Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, lograr su liberación.
En cuanto a la comida, el primer día “Dueño de Casa” llegó con papas y se las dio a Clara para que cocinara.
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“Yo le dije: ‘Si quieres que cocine mejor dáselo a Luis, él sabe cocinar”, compartió ante los asistentes al evento en Lomas de Tecamachalco.
Luis cocinó para los combatientes y para su familia todo el tiempo que hubo comida.
“Al principio había de todo, pero luego incluso se fue la electricidad. Entraron las Fuerzas de Israel y todo se fue acabando. Yo hacía con lo que tenía lo que podía, hasta el día en el que llegamos a comer sólo pan pita, mismo que racionábamos porque no sabíamos si mañana tendríamos más”, describió el ciudadano argentino.
Clara recuerda que en los primeros días los combatientes de Hamas les dijeron que todo estaría bien, que fueron secuestrados para conseguir un intercambio, la liberación de presos palestinos por parte de Israel.
“Todo el tiempo nos decían que trataban de llegar a una negociación con Israel, pero que Netanyahu no quería negociar”, precisó.
“Hasta que un día nos dijeron: ‘Se llegó a un acuerdo'”.
El 28 de noviembre, tras 52 días en cautiverio, Clara, Gabriela y Mia, de 17 años, fueron liberadas.
“Fue realmente un infierno”, destacó la ciudadana argentina sobre el tiempo que pasó en Gaza.
Después de ese día y hasta su liberación el 11 de febrero, que a diferencia del caso de las mujeres no fue por negociación sino a través de una operación de rescate, Luis se quedó en ese mismo lugar con Fernando.
“Nunca había pasado 129 días con una sola persona”, recordó.
“(Imaginábamos que) nos íbamos de viaje, intercambiábamos recetas”, dijo sobre cómo pasaban el tiempo. Agregó que cuando estuvieron las mujeres era Mia quien todas las mañanas se encargaba de recordarles la fecha, tarea que él siguió cuando se quedaron solos. En su lugar de cautiverio entraba poca luz, pero les servía para saber la hora del día. Dormían en colchonetas, y se bañaban con un balde de agua cada 10 días.
“El miedo más grande que teníamos era escuchar los aviones israelíes”, reconoció Luis. Temían que en su ofensiva contra Hamas arrojaran una bomba sobre el edificio en el que se encontraban. Como parte esa violencia psicológica a la que dijeron que eran sometidos, los hombres que con armas largas los vigilaban les decían que Israel acababa de arrojar una bomba cerca de donde estaban, y que estaban matando a mujeres y niños.
Durante esos 77 días que Clara pasó en Israel sin Luis, ella ansiaba que el Gobierno llegara nuevamente a un acuerdo con Hamas para su liberación.
“Yo pensaba: ‘Que haya negociación, que haya un acuerdo, no quiero que haya una operación de rescate'”, dijo, pues temía que algo saliera mal tanto para Luis y Fernando como para los soldados israelíes.
Hoy, Luis está completamente agradecido con aquellos soldados que los rescataron y que a través de los drones que sobrevolaban Gaza lograron ubicarlos.
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Con información de Euronews.com