En honor a los carteros

¿Sabían ustedes que los empleados de Correos de México movilizan cada día alrededor de 100 toneladas de correspondencia, mensajería y paquetería?

En honor a los carteros

En honor a los carteros Gipuzkoa

Hablando de historia y otras cosas, ¿sabían ustedes que los empleados de Correos de México movilizan cada día alrededor de 100 toneladas de correspondencia, mensajería y paquetería?

Qué tal, les saluda Lorena Careaga y hoy honraremos a los carteros, apreciados personajes de nuestra vida cotidiana, que celebran su día este 12 de noviembre.

El servicio de correos es una de nuestras instituciones más antiguas, pues existe desde 1580, aunque puede trazar sus raíces al pasado prehispánico. Gracias a los carteros, aun hoy en día, a pesar del internet y las redes sociales, la correspondencia llega hasta los más alejados rincones de nuestro país. Su labor de comunicación continúa siendo inmensamente valiosa.

En honor a estos leales servidores públicos, que en México suman más de ocho mil, relataremos una sorprendente anécdota que tuvo lugar en Campeche, en 1847, y que muestra el profundo significado del correo.

El viajero alemán Carl Heller se encontraba varado en Campeche, sin poder regresar a su país debido al bloqueo de los puertos por la armada norteamericana. Estaba desesperado por tener noticias de Europa y contaba con recibir en breve una carta. Fue entonces cuando el vapor-correo Tweed, proveniente de Inglaterra, naufragó en el arrecife de Los Alacranes. Perecieron ochenta pasajeros y solo unos cincuenta sobrevivientes lograron ser rescatados.

La sorpresa de Heller fue enorme cuando, a los pocos días, un marinero anónimo, haciendo las veces de cartero, le entregó una carta medio descolorida, que vio flotando en las aguas de los Alacranes tras el naufragio.

“Era mi carta —nos relata Heller— la que esperaba con tantas ansias, la única que se salvó entre miles y que todavía era perfectamente legible… No podía dar crédito a mis ojos, porque me parecía algo más que una coincidencia común; era algo inusitado, casi maravilloso… una señal de los cielos para que no perdiera el ánimo en mi triste situación… y cuando más adelante me vi muy apurado, busqué siempre mi carta milagrosamente rescatada, y al verla, crecía mi ánimo y me hacía esperar un futuro mejor…”

 

 

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