El primer documental antropológico de México

Gabriel Figueroa, hablaremos de los inicios del cine indigenista.

Por Lorena Careaga

 

Hablando de historia y otras cosas, ¿saben ustedes dónde, cuándo y cómo se filmó el primer documental antropológico de México?

 

Que tal, les saluda Lorena Careaga y hoy, para celebrar el 112 aniversario del nacimiento del cinefotógrafo Gabriel Figueroa, hablaremos de los inicios del cine indigenista.

 

Pero digamos primero algo de este destacado director de fotografía, que participó en más de 200 cortos y largometrajes, y que trabajó con cineastas de la talla de John Huston y Luis Buñuel. Figueroa se hizo acreedor a 17 premios Ariel, uno de ellos de oro, al Premio Nacional de Bellas Artes y, en 1964, a la nominación al Oscar a la mejor fotografía por la película La Noche de la Iguana, filmada en Puerto Vallarta.

 

Figueroa es, sin duda, una figura de la época de oro del cine mexicano, pero cinco años antes de que él naciera, el 24 de abril de 1907, ya se había presentado en un congreso académico un singular filme de corte antropológico, el primero que combinó el cinematógrafo con las rudimentarias técnicas de sonido de la época.

 

Esta proeza se debe a Edward Herbert Thompson, uno de los precursores de la Arqueología maya. Thompson ha sido estigmatizado como saqueador de piezas arqueológicas y vilipendiado como destructor de vestigios pétreos. No obstante, ninguno de sus pares logró una compenetración con los mayas como él lo hizo durante las cuatro décadas que vivió en Yucatán. Ninguno como él hizo amigos de por vida entre los mayas ni estuvo dispuesto a aprender de ellos, dejando de lado sus prejuicios culturales.

 

Al integrarse de forma tan auténtica a la vida de los mayas, fue el único no-maya en haber sido invitado a formar parte de la sociedad secreta X’tol, permitiéndosele filmar con un kinetoscopio, por primera vez en la historia, una danza ceremonial que data del siglo XII; logró, además, conjuntar dicha filmación con una de las primeras grabaciones de sonido que se hicieron en la Península, gracias al apoyo del obispo Crescencio Carrillo y Ancona. En 1902, presentó dicha filmación, acompañada de su correspondiente sonido, ante el Congreso Internacional de Americanistas. Al decir de Thompson, ésta fue “probablemente la primera vez en que el fonógrafo y el cinematógrafo se coordinaron en este tipo de trabajo científico”.

 

Sigamos en contacto vía Twitter, en @lorenacaracol. Hasta la próxima.

 

 

 

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