Dzibanché: El enigmático poder de los Kaanu’l revive en la selva de Quintana Roo

Nuevos hallazgos revelan la grandeza maya

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En el corazón selvático de Quintana Roo, la zona arqueológica de Dzibanché se posiciona como uno de los sitios más enigmáticos y prometedores del mundo maya. Este 2025, nuevas investigaciones han sacado a la luz elementos arquitectónicos y simbólicos que confirman que esta ciudad fue capital temprana de la poderosa dinastía Kaanu’l, considerada una de las casas reales más influyentes de la historia prehispánica.

Dzibanché, cuyo nombre significa “escritura sobre madera”, está ubicada a unos 80 kilómetros de Chetumal y ha ganado relevancia tras el hallazgo de relieves estucados recientemente restaurados. Las representaciones de guardianes con tocados de jaguar y águila han despertado el interés de arqueólogos e historiadores, ya que podrían estar ligados a los rituales de poder y legitimación que practicaban los antiguos gobernantes.

Según datos del INAH, Dzibanché tuvo su apogeo entre los siglos V y VII d.C., cuando fue sede de la expansión política de los Kaanu’l, antes de trasladar su capital a Calakmul. Esta ciudad, aunque menos conocida que Tikal o Palenque, ofrece una narrativa poderosa que resurge hoy con claridad: aquí comenzó el dominio de una de las dinastías más bélicas e influyentes de la civilización maya.

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Los visitantes pueden recorrer estructuras monumentales como el Templo de los Cautivos, el Edificio VI o la Acrópolis Kinichná, que integran un conjunto urbano impresionante, rodeado de vegetación densa y fauna tropical. Dzibanché también destaca por su integración con la naturaleza, ofreciendo una experiencia inmersiva única en el sur del estado.

El incremento del turismo arqueológico en Quintana Roo ha puesto a Dzibanché en la mira de operadores turísticos, sobre todo tras su vinculación con la Ruta del Tren Maya, que busca facilitar el acceso a sitios patrimoniales poco explorados. Se espera que en los próximos años el flujo de visitantes aumente considerablemente.

Por su valor histórico y cultural, el sitio forma parte del programa de conservación activa del Instituto Nacional de Antropología e Historia, que busca equilibrar el turismo con la protección del patrimonio. Este año, nuevas campañas de investigación se enfocarán en descifrar inscripciones jeroglíficas clave que podrían revelar los nombres de reyes aún desconocidos.

Además del interés arqueológico, Dzibanché es también símbolo del arraigo y la memoria viva de las comunidades mayas actuales, quienes participan en los programas de vigilancia, guiado turístico y rescate de tradiciones orales.

Este renacimiento de Dzibanché no solo representa una oportunidad turística, sino una reconexión con las raíces más profundas de la historia mesoamericana. Como pocas veces, las piedras milenarias de la selva están comenzando a hablar, y lo que dicen transforma nuestra comprensión del pasado.

Dzibanché, en Quintana Roo, resguarda el legado de la dinastía Kaanu’l. En 2024, el INAH descubrió relieves que muestran su poderío.

Las fachadas, halladas en el Juego de Pelota II, incluyen guardianes y serpientes. Representan el linaje de los Kaanu’l, según Sandra Balanzario.

La dinastía gobernó entre 250 y 650 d.C., dominando México, Belice y Guatemala. Dzibanché fue su centro político y ceremonial.

Los relieves, con colores rojo y azul, muestran influencias teotihuacanas. Están siendo restaurados por el Programa Promeza del Tren Maya.

El sitio, fundado en 200 a.C., tuvo canales para agua. Su ubicación estratégica impulsó su comercio y expansión.

En X, los usuarios celebran el hallazgo con el hashtag #Dzibanché. Las fotos de los relieves destacan su detalle y misticismo.

Dzibanché resistió tras el colapso maya del siglo X. Su población mantuvo actividad en el Clásico Tardío (600-800 d.C.).

El Tren Maya facilita el acceso al sitio, a 80 km de Chetumal. Se espera un aumento de visitantes en 2025.

Los estucos, frágiles por la humedad, requieren restauración minuciosa. El INAH prioriza su conservación para futuras generaciones.

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