Melisa Canul Canul, una joven de espíritu indomable, ha superado innumerables desafíos a lo largo de su vida para completar su educación media superior. A pesar de haber nacido sin brazos, Melisa culminó su bachillerato con un promedio sobresaliente de 9.4, destacándose por su determinación y esfuerzo.
Sin embargo, su sueño de estudiar Psicología se vio truncado cuando el Centro Universitario Valladolid (CUV), una institución prioritaria del alcalde Alfredo Fernández Arceo, le negó la inscripción debido a su discapacidad.
Joven con discapacidad narra su historia
“Fui al CUV de Valladolid y no me aceptaron porque no tienen instalaciones adecuadas para personas con algún tipo de discapacidad”, relató Melisa. Este rechazo no solo fue un golpe a sus aspiraciones académicas, sino que también encendió la indignación entre sus familiares y amigos.
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La noticia se dio a conocer a través de las redes sociales, donde sus seres queridos denunciaron la situación y pidieron justicia para Melisa.
La joven, conocida cariñosamente como Meli, ha demostrado a lo largo de su vida que la discapacidad no es un obstáculo insuperable. Ha cursado sus estudios de primaria, secundaria y bachillerato en escuelas públicas sin solicitar adaptaciones especiales, confiando únicamente en su fuerza de voluntad y capacidades.
Por ello, la negativa del CUV no solo se percibe como una discriminación evidente, sino también como una violación flagrante de sus derechos constitucionales y humanos.
Melisa Canul pide ayuda a CNDH
Este caso ha llevado a la familia y amigos de Melisa a solicitar la intervención de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (Codhey) para que se investigue y se tomen las acciones pertinentes contra el CUV. Argumentan que el personal de la institución ha mostrado una alarmante falta de sensibilidad y un claro incumplimiento de las normativas inclusivas que deben regir en todas las instituciones educativas.
La situación de Melisa Canul Canul es un llamado de atención urgente sobre la necesidad de garantizar una educación inclusiva y accesible para todos, sin excepciones. Las barreras físicas no deben ser un impedimento para el desarrollo académico y profesional de ninguna persona.
La historia de Melisa resuena como un potente recordatorio de que la verdadera discapacidad reside en la falta de voluntad y empatía de quienes tienen el poder de cambiar las cosas. La intervención de la Codhey será crucial para que se haga justicia y para que casos como el de Melisa no se repitan, promoviendo así una sociedad más justa e inclusiva.