En el Día Mundial del Corazón, que se conmemora cada 29 de septiembre, los especialistas destacan la importancia de llevar una dieta cardiosaludable, mantener un peso corporal adecuado y controlar el estrés, procurando aplicar estos preceptos en cada comida: comiendo sin excesos, equilibrada y relajadamente.
Pese a no ser transmisibles, las enfermedades cardiovasculares (ECVs) producen una elevada incidencia de muertes en el mundo, recuerdan los expertos del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO). Con motivo del Día Mundial del Corazón, 29 de septiembre, los especialistas proponen la mejor comida para el corazón.
La mayor parte de los casos de ECVs se podrían prevenir llevando unos hábitos de vida saludables y controlando determinados factores de riesgo que aumentan la probabilidad de sufrir una ECV, y que en buena medida dependen de comportamientos que las personas pueden cambiar o corregir, según este Instituto.
Está demostrado que las personas con un exceso de grasa visceral en su cuerpo tienen más riesgo de sufrir hipertensión arterial, ateroesclerosis, insuficiencia cardiaca, fibrilación ventricular, ictus, infartos de miocardio o muerte súbita, señala Rubén Bravo, dietista y portavoz del IMEO.
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Dieta cardiosaludable
“Para llevar una alimentación cardiosaludable, que evite al acumulación de grasa en la zona visceral, o nos permita eliminarla si ya la hemos creado, debemos centrarnos en dos aspectos clave: la calidad y la cantidad de lo que comemos”, señala la experta en nutrición del IMEO.
Pese a no ser transmisibles, las enfermedades cardiovasculares (ECVs) producen una elevada incidencia de muertes en el mundo, recuerdan los expertos del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO). Con motivo del Día Mundial del Corazón, 29 de septiembre, los especialistas proponen la mejor comida para el corazón.
La mayor parte de los casos de ECVs se podrían prevenir llevando unos hábitos de vida saludables y controlando determinados factores de riesgo que aumentan la probabilidad de sufrir una ECV, y que en buena medida dependen de comportamientos que las personas pueden cambiar o corregir, según este Instituto.
Está demostrado que las personas con un exceso de grasa visceral en su cuerpo tienen más riesgo de sufrir hipertensión arterial, ateroesclerosis, insuficiencia cardiaca, fibrilación ventricular, ictus, infartos de miocardio o muerte súbita, señala Rubén Bravo, dietista y portavoz del IMEO.
Por ello, “resalta la importancia de llevar una dieta cardiosaludable, aumentar la calidad y cantidad de nuestro descanso, incluir rutinas que ayuden a reducir el estrés y limitar al máximo el consumo de alcohol y tabaco”, advierte.
“El acúmulo de tejido adiposo en la zona interna del abdomen aumenta el riesgo para la salud del corazón porque se ejerce presión sobre el órgano vital y sus arterias, y por la gran cantidad de sustancias inflamatorias ligadas a efectos que pueden ser perjudiciales generadas por la grasa visceral”, explica Carmen Escalada, nutricionista clínica del Instituto.
Dieta cardiosaludable
“Para llevar una alimentación cardiosaludable, que evite al acumulación de grasa en la zona visceral, o nos permita eliminarla si ya la hemos creado, debemos centrarnos en dos aspectos clave: la calidad y la cantidad de lo que comemos”, señala la experta en nutrición del IMEO.
“Para llevar una alimentación cardiosaludable, que evite al acumulación de grasa en la zona visceral, o nos permita eliminarla si ya la hemos creado, debemos centrarnos en dos aspectos clave: la calidad y la cantidad de lo que comemos”, señala la experta en nutrición del IMEO.
En este sentido, Escalada recomienda priorizar los alimentos frescos frente a los ultra-procesados, primando en el menú las verduras y hortalizas, preferiblemente de temporada, debido a su alto poder antioxidante, “pudiendo alternar su ingesta en crudo y cocinadas para aprovechar al máximo sus propiedades”.
También es importante tomar proteínas de calidad como el pollo, pavo, conejo, pescados, mariscos, huevos o legumbres, evitando las carnes muy grasas como el cordero o el cochinillo (cerdo) y los embutidos como el chorizo, salchichón o la mortadela, añade.
Según Escalada, se pueden consumir cereales o derivados (arroz, pasta, pan) en su versión integral y tubérculos (patata, boniato), “ajustando la cantidad a nuestro grado de actividad física”.
Al mismo tiempo, “se deben reducir el consumo de los lácteos muy grasos como quesos curados o natas (crema de leche) y en especial los postres de leche como yogures azucarados, copas de chocolate, helados, flanes o natillas”, explica.
Asimismo, Escalada aconseja evitar el consumo de galletas y otros productos de pastelería y dulces, ricos en azúcares, harinas refinadas, grasas saturadas y ‘trans’, que incrementan el problema del acúmulo graso visceral.
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Con información de EFE Salud