Un equipo de investigadores ha logrado excavar y extraer una muestra de hielo con una antigüedad estimada en seis millones de años en la zona de Allan Hills, situada en la Antártida Oriental. En su corazón, esta porción de hielo encapsula diminutas burbujas de aire —auténticas cápsulas del tiempo— que permiten asomarnos a la atmósfera que existía en el planeta cuando aún no se habían iniciado los ciclos glaciales modernos.
La importancia de este hallazgo radica en que dichas burbujas de aire atrapadas quedaron inmovilizadas al compresarse la nieve, capa tras capa, hasta convertirse en hielo sólido. Al quedar encerradas, las burbujas retienen trazas de gases —como dióxido de carbono y metano— que nos cuentan cómo era el aire hace millones de años, así como indicar las temperaturas reinantes, los niveles del mar y la dinámica climática de aquella época.
Los científicos responsables del estudio —que agrupa varias instituciones a través del consorcio Center for Oldest Ice Exploration (COLDEX)— emplearon sofisticadas técnicas de datación isotópica para determinar la edad de este hielo extraordinario. En concreto, analizaron los isótopos de argón y oxígeno extraídos de las burbujas para fijar la cronología y el contexto climático.
Este descubrimiento no solo rompe récords, sino que abre una ventana inédita para entender las condiciones climáticas de la Tierra en un pasado remoto. Se sabe que durante ese intervalo —hace unos seis millones de años— las temperaturas globales eran considerablemente más elevadas que en la actualidad, así como los niveles del mar, lo que hace que estos registros adquieran una relevancia extraordinaria para anticipar cómo podría comportarse el sistema climático ante escenarios de calentamiento.
Sin embargo, los investigadores aclaran que las muestras de hielo no representan un registro continuo —es decir, no constituyen una secuencia sin interrupciones de capas desde hace seis millones de años hasta hoy— sino que funcionan como “instantáneas” climáticas individuales que ofrecen vistas puntuales de distintos momentos del pasado profundo. Esa característica no disminuye su valor, pero sí delimita el tipo de conclusiones que pueden extraerse.
En resumen, este núcleo de hielo encontrado en Allan Hills representa un testimonio excepcional de la historia de nuestro planeta: es, literalmente, un archivo natural del clima antiguo, sellado bajo hielo y resguardado durante millones de años. Su análisis promete arrojar pistas decisivas para comprender no sólo cómo era la atmósfera de entonces, sino también cómo podría evolucionar en el futuro.

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